La Ley de Salud Sexual e Interrupción Vol. del Embarazo ha cumplido un año en España.
«Cada vez son más las jóvenes que nos piden ayuda. Los embarazos se multiplican y las chicas cada día son más jóvenes», afirman desde la Fundación Red Madre que asiste a aquéllas que no quieren abortar.
Nuestra televisión, los programas escolares y hasta las revistas para adolescentes son una cátedra en la que los niños aprenden todo sobre el sexo, y que maliciosamente calla los fallos del preservativo y los de la píldora postcoital, los estragos de una vida promiscua o el síndrome postaborto asociado a depresión, anorexia, tendencia al suicidio, al consumo de drogas o alcohol etc. Pero el infierno del aborto continúa más allá de la muerte. Relata la mística colombiana Matilde Oliva: "Entonces vi a unas mujeres arrastradas con cadenas, eran golpeadas atrozmente y atormentadas (por los demonios). Les abrían los vientres (…), les mostraban los hijos que ellas habían asesinado y se los ataban a sus pechos. El llanto y los gritos de sus hijos (¡¿Por qué me mataste, mamá?!) desgarraban sus pechos y comenzaban a sangrar, también sus oídos sangraban. Y pregunté: Señor Jesús, ¿quiénes son esas mujeres y por qué sufren tanto?
Me contestó: "Son todas aquellas que matan a sus hijos en el aborto, sufren porque hicieron de sus vientres tumbas, y el vientre es para dar vida. El pecado del aborto le es a mi Padre muy difícil de perdonar". No basta con confesarlo, si no hay verdadero arrepentimiento. A su lado, otros hombres y mujeres sufrían iguales tormentos. El Señor me dijo: "Son todos los cómplices del aborto: médicos, amigos, enfermeros, parientes… o quienes supieron que ellas iban a abortar y no les dijeron, "no lo hagas".
Un toque de atención a los políticos del mundo que propician con sus leyes los 53 millones de abortos anuales y a todos sus propagandistas.
Lisa Justiniano