La retórica de Obama frente a la dialéctica de Palin

Cuatro puntos de ventaja en las encuestas para John McCain sobre Barack Obama tras la Convención republicana. Eso sí, Obama llegó a disponer de 8 puntos de ventaja tras el mitin demócrata de Denver. En teoría, pues, sigue siendo el favorito. Ahora bien, Estados Unidos es el país de Occidente donde existe un mayor número de personas que cambian el voto. Y además, la novedad de estas elecciones es que los republicanos disponen de un candidato viejo, un presidente de su mismo partido que cometió un gran error, la Guerra de Iraq, pero de una vicepresidenta coherente con sus principios, una verdadera rareza política, que monopoliza la atención. Y todo ello en el siguiente escenario:

Por ley federal, en Estados Unidos no se puede mover un cementerio de sitio. Por eso, en Queens algunas de las calles principales bordean su enorme camposanto, y por eso el cementerio de Arlington, donde se encuentran los restos de la familia Kennedy, seguirán ocupando por muchos años uno de los lugares más privilegiados de Washington, amén de constituir una muy provechosa atracción turística.

Es un ejemplo de ley federal, pero pueden citarse pocas más porque Estados Unidos es uno de los países más descentralizados del mundo. Por ejemplo, en Europa el ministro más importante de un Gobierno suele ser el responsable de Hacienda, casi siempre con categoría de vicepresidente. No ocurre lo mismo en USA: allí la política fiscal, la clave de toda política económica, es potestad de cada Estado, razón por la cual los habitantes de Nueva York van a comprar sus coches, y otros muchos artículos, a la vecina New Jersey, más que nada para ahorrarse los hasta 3 puntos de IVA de diferencia. Nótese que en toda Europa se considera un dogma económico la unicidad de la imposición indirecta en todo el continente.

Algo puede decirse del segundo elemento más importante de una política económica: la laboral. Aquí, más que de competencias hay que hablar de consenso social, pero un consenso que ningún gobernador se atrevería a romper: el despido libre. Lo que diferencia la UE de USA es que allende el Atlántico nadie pregunta por qué se le despide: se le despide y en paz. A cambio, a las pocas horas ha encontrado otro trabajo.

¿Y quién vigila el sistema financiero? Los bancos regionales y los fiscales regionales. Por ejemplo, es el fiscal de Nueva York quien ha puesto contra las cuerdas a los grandes bancos neoyorquinos por su tendencia especulativa.

De la regulación económica puede decirse lo mismo: Iberdrola ha tenido que pelear con un montón de supervisores, casi uno por cada Estado donde operaba Energy East, que tampoco era una empresa tan grande.

Podría decirse que en Estados Unidos todo está descentralizado menos los tres elementos que en su día definieron la construcción de la Unión Europea: una sola moneda, un solo ejército, una sola policía (y ésta, según y cómo). Con ese trío, al parecer, bastaba para cohesionar. Todo lo demás, son competencias "autonómicas", incluidos educación y sanidad.

¿Y qué ocurre con las cuestiones sociales? Pues que suelen ser materia de tribunales, no de políticos, aunque esto está cambiando.

Curiosamente, esta descentralización no resta un ápice de unidad a los norteamericanos. Es curioso que se acuse a Sarah Palin de experiencia magra, cuando el cargo de gobernador es el más importante en USA. Los Estados no tienen Parlamento (recordemos que hay 17 en España), un país similar en extensión a Texas, de 45 millones de habitantes frente a los 250 largos de Estados Unidos. Al revés de lo que ocurre en España, la existencia de muchos Estados con todo el poder no hace que la gente se despegue sino que se una: los españoles hablamos de 17 nacionalidades y un Estado, el llamado Estado español; los norteamericanos hablan de cincuenta Estados y una sola nación, y nadie tiene dudas sobre cuál es esa nación. Mejor no sacar conclusiones precipitadas.

Así que la contienda electoral entre Obama o McCain no hace mucha relación a cuestiones económicas, entre otras cosas porque existe un acuerdo tácito entre demócratas y republicanos, y ambos son conscientes de que el pueblo americano no admitiría una salida del consenso social. Obama o McCain discrepan sobre impuestos federales pero desde un tronco común e intocable.

Les separan más las cuestiones morales, como el aborto o la familia, con un Obama entregado a la progresía internacional, empeñado en una ley federal de aborto de la misma forma que el majadero de ZP pretende superponer una ley de plazos a otra de supuestos, como si se tratara de una subasta de féretros. Obama también abre la puerta al matrimonio homosexual -don Barack es Nuevo Orden Mundial en estado puro-, y empeñado en el gaymonio, que es algo que sólo reclama el lobby homo... desde hace dos lustros, no más. Hasta ahora, para el norteamericano, la homosexualidad era un extraño accidente que había que tolerar porque había que respetar a los homosexuales -no a la homosexualidad, inhumana cochinada que no merece respeto alguno-, pero a nadie, ni tan siquiera a los gays, que apostrofaban del amor para toda la vida, se le había ocurrido que el matrimonio gay era un derecho al que tenían todo derecho.

Es decir, que como los americanos no pierden el tiempo preguntándose quiénes son -son americanos- puede dedicarse a cuestiones mas importantes, como la política de derechos y libertades, así como lo que quieren para su país y la defensa de su modo de vida frente a agresiones externas.

Esto segundo tiene su importancia. Porque Estados Unidos es la primera potencia mundial gracias a los emigrantes. Un país donde existen pocos mestizos -las distintas razas siguen matrimoniando entre sí, lo cual demuestra que aún queda mucho para la integración- pero muchos inmigrantes. Hasta las últimas y desgraciadas leyes antimigración de las Administraciones Clinton y Bush (sí, la cosa empezó con Clinton) Estados Unidos era un país de acogida. Ahora bien, ojo, independiente de la apertura o cerrazón de fronteras, lo que es cierto es que la propia sociedad norteamericana exige al recién llegado que acepte los usos y costumbres del país que le acoge, no sólo las leyes o su contrato laboral. Justo lo que no se hace Europa, y especialmente en España, precisamente porque Estados Unidos no se avergüenza de su historia, Europa sí y España simplemente pretende cambiarla. Por eso sentó tan mal que Michelle Obama, cuando advirtió que si su esposo finalmente vencía a Hillary comenzaría a creer en los Estados Unidos. La reacción del país fue: Y si no es elegido ¿no creerá?

¿Cuál es la diferencia en este punto? Pues que McCain incluso exagera su orgullo americano, mientras Obama emite un lenguaje internacionalista que a muchos americanos les resulta vacío a pesar de que les guste la música. Palin habló del discurso "vacío" de Barack Obama. Esta será la clave de la melodía electoral del 4 de noviembre: La letra.

Con todo ello estamos con 4 puntos de ventaja post-convención de McCain frente a los 8 de Obama. Pero aún quedan dos meses, y Sarah Palin, experta en contenidos, el elemento intelectualmente más sólido de los dos tándem, puede marcar la diferencia por dos razones: su superior coherencia de vida y su mayor capacidad, intelectual, para buscar la raíz de los problemas, una virtud que el electorado estadounidense aprecia mucho.

La batalla del 4-M se va a librar entre la retórica de Barack frente a la dialéctica de Sarah -que no de McCain-. Es la defensa de una serie de principios frente a la "experiencia" política de un Joe Biden, tan incoherente como lo puede ser alguien que lleva demasiado tiempo traficando con influencias en Washington. ¿Experiencia? Decía Clive Lewis que, en materia de virtud, la experiencia es la madre de la ilusión. Además, Palin argumenta con su propia vida, ese libro vivo que todo política desearía exponer a sus electores para demostrarles su sinceridad. Creo que se equivocan los asesores de McCain al no pasear más, muchísimo más, a la vice compañera. Temen que eclipse al número 1, sin darse cuenta de que ya le ha eclipsado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com