- Director
Caroline Link - Intérpretes
Riva Krymalowski, Marinus Hohmann, Oliver Masucci y Carla Juri - Nacionalidad
Alemania, Suiza - Fecha estreno
Viernes, 13 de noviembre de 2020
https://www.youtube.com/watch?v=uZjWeDnr6Sw
En el año 1933 Judith Kerr, una niña judía, tuvo que huir precipitadamente de su país junto con su familia (sus padres y su hermano) tras el ascenso de los nazis al poder ya que su progenitor, periodista y dramaturgo, se había declarado abiertamente contrario a las ideas de Hitler e iba a ser uno de los primeros en ser detenido. En su periplo recalaron en Suiza, Francia y Reino Unido. Kerr, convertida con los años en ilustradora y escritora de libros infantiles, en el año 1971 publicó el delicioso relato “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, que narraba su infancia como refugiada de forma sensible, emotiva y con toques de humor, y donde situaba a un querido conejo de peluche, abandonado obligatoriamente en Berlín, como referente de las cosas arrebatadas por la barbarie. El libro se convirtió en un best seller mundial y El año que dejamos de jugar supone su traslación al cine y resulta encantador como su referente literario.
Es cierto que los niños, si tienen padres responsables y animosos, son capaces de afrontar una realidad dura mejor que los adultos, pero eso no impide, como refleja este maravilloso retrato de unos años que cambiaron el mundo, que esos pequeños se vean abocados a enfrentarse a situaciones y responsabilidades que, en principio, por su edad “no les tocaban”.
La película describe como telón de fondo, pero no de forma exhaustiva, las vejaciones que sufrieron los judíos que decidieron permanecer en sus países de origen tras la ascensión de Hitler al poder.
Narrada en imágenes con estilo muy clásico, y bastante fiel al relato literario, la película va describiendo, desde la perspectiva de esa infancia robada, ese peregrinaje por una Europa prebélica que asiste alelada ante el alzamiento de regímenes totalitarios debido al descontento social, en el caso de Alemania engañados con un patriotismo falso teñido de racismo. No obstante, lo afortunado de este relato de exilio, donde se ofrece la mejor cara pero también la peor de algunos ciudadanos franceses, es que todo está contado con esa mirada ingenua y optimista de los niños, a pesar de los inconvenientes de esa situación: desde las privaciones económicas hasta la dificultad, en pocos años, de cambiar de país y de idioma, mientras se afronta la vida valorando lo fundamental
Para: familias que quieran que los más pequeños vean una película entretenida y llena de valores