- Es la gran preocupación del Gobierno, que teme que el escándalo afecte a otros fabricantes como Daimler y BMW.
- El sector del automóvil es uno de los pilares de la economía y una de las razones que explica su crecimiento.
- ¿Candidato para suceder a Winterkorn? Suena Matthias Müller, presidente de Porsche: conoce la casa y se lleva bien con la familia propietaria.
- VW comienza a librar una batalla judicial: ya han empezado las demandas colectivas en Estados Unidos y Canadá.
Volkswagen tiene varios frentes para superar el escándalo por la manipulación de las emisiones en gases en sus modelos diésel desde 2009. No sólo la sucesión de
Martin Winterkorn,
hasta ayer consejero delegado de la multinacional. Añadan a eso, un frente legal -no serán pocos los litigios-, un frente reputacional -para recuperar el prestigio, hoy dañado- y un frente político, por los perjuicios provocados a la imagen de Alemania, el
made in Germany (de VW dependen el 20% de las exportaciones germanas).
La principal preocupación del Gobierno alemán es que el escándalo de Volkswagen tenga consecuencias en otros fabricantes de coches como
Daimler y
BMW, a pesar de que han asegurado que han cumplido con los estándares medioambientales exigidos. BMW cae hoy en torno al 9%.
El sector del automóvil alemán es uno de los pilares de la economía alemana y una de las razones que explica el crecimiento del PIB. Por eso, varios analistas ha advertido que el escándalo podría derivar en la mayor amenaza contra la economía germana.
Lo ha expresado gráficamente a
Reuters Carsten Brzeski, economista jefe de ING: "De pronto, Volkswagen se ha convertido para la economía alemana en un amenaza más grande que la crisis de deuda griega". Sólo en Estados Unidos, Volkswagen vendió unos 600.000 vehículos en 2014.
El relevo de Winterkorn no será fácil, en la práctica. Estaba al frente de la empresa desde 2007, primero al amparo del
visionario Ferdinand Piëch -de la dinastía fundadora del grupo-, y desde hace unos meses
con todo el poder. Todo apuntaba a que iba a ser el sucesor de Piëch.
Winterkorn, que presumía de conocer cada tornillo de los coches de Volkswagen, ha sido también el artífice de una gran transformación que lo ha llevado al fabricante germano a ser, con
Toyota, líder en el mercado mundial del automóvil.
Hay dos nombres que suenan en la prensa alemana para reemplazar a Winterkorn:
Herbert Diess y
Matthias Müller. Los nombres se presentarán mañana viernes en la reunión del Consejo de Administración.
Müller es el presidente ejecutivo de
Porsche. Conoce a fondo la compañía, lo cual es importante. La cultura corporativa de Volkswagen es clave, por ejemplo, para negociar con el poderoso comité de empresa. Y, además, tiene buenas vibraciones con la familia que controla Volkswagen, Porsche y Piëch.
El otro candidato, Diess, se incorporó a Volkswagen en julio, procedente de
BMW, compañía en la que aspiró a ser el presidente ejecutivo. Ahora está al frente de la marca VW, el mayor negocio del grupo. Tiene en contra que procede de otro firma, y su favor, su experiencia en el control y reducción de los costes.
Pero la sucesión no es el único frente para Volkswagen. El escándalo ha llegado a Bruselas, varios gobiernos europeos han iniciado investigaciones o pedido explicaciones y hay un frente de
litigios abierto en EEUU, el foco más preciso del fraude porque descubrió la manipulación del
software empleado por VW para engañar a los medidores de las emisiones de gases.
Tanto en Estados Unidos como en Canadá ya se están presentando demandas colectivas por los consumidores. El fabricante alemán, a su vez, ya ha contratado al bufete Kirkland & Ellis, el mismo que defendió a
BP tras el escape de petróleo en el Golfo de México.
Y en Francia, su ministra de Medio Ambiente,
Segolene Royal, ha advertido que se prueba el fraude, Volkswagen tendría que devolver los fondos públicos que la compañía ha recibido en forma de bonificaciones por la compra de vehículos
limpios.
Además, la Agencia americana de Protección Medioambiental (EPA) ya ha advertido que la multa al grupo podría ser de 18.000 millones de dólares. La EPA obligará al fabricante, además, a revisar casi medio millón de vehículos. Pero a eso gastos se añadirán otros muchos: la propia compañía ha reconocido que hay 11 millones de coches que comparten el software del fraude.
Ojo, y si no repara todo esos vehículos, VW podría verse obligado a recomprarlos e intentar colocarlos en mercado menos estrictos con las normas medioambientales que Estados Unidos, Corea del Sur o Europa.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com