Villarejo. La curiosa versión de Luis del Rivero sobre los asaltos a BBVA y Repsol
“Nada mejor que un dato cierto para conseguir una conclusión falsa”. La declaración de Luis del Rivero, expresidente de Sacyr y exvicepresidente de Repsol, ante el juez Manuel García-Castellón, mañana del miércoles 14, en la Audiencia nacional, dentro del caso Villarejo, se ajusta como de molde a la declaración del hombre que primero quiso controlar el BBVA de FG y luego el Repsol de Antonio Brufau.
En el primero de los casos, Rivero contó con el apoyo del asesor de Economía del entonces presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, es decir, de Miguel Sebastián; en el segundo de la empresa mexicana Pemex y su director general, Emilio Lozoya.
Dice Rivero que Juan Abelló le presentó a José María Aznar, entonces en la oposición, y que a este le pareció bien que adquiriera el 3% de BBVA. Hombre, a lo peor, si le hubieran explicado a Aznar que el 3% constituía la primera puerta para controlar el segundo banco español, pues a lo mejor la respuesta hubiera sido otra: dato cierto, conclusión falsa.
La operación de Repsol resulta más atrabiliaria: para mantener una Repsol española, Rivero metía en el ajo a la mexicana Pemex
¿Cómo iba a aceptar José María Aznar, orgulloso de que, gracias a FG y a Rodrigo Rato, se hubiera ‘españolizado’ el BBVA, arrebatado a los pérfidos nacionalistas vascos, ahora entregarlo al Gobierno Zapatero?
Rivero asegura que cuando ardió el Windsor supo que debía renunciar al BBVA. Hombre no. Es cierto que el principal beneficiado del incendio fue Francisco González, pero no fue por eso por lo que Rivero perdió la batalla con FG. La perdió porque el vicepresidente Pedro Solbes, el chino, se opuso a la operación con uñas y dientes, o le tenía mucho cariño a Sebastián. Y al final, Zapatero le dejó a Luis del Rivero colgado de la brocha. Además, quien definitivamente tumba la acción fue el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, que le viene a decir que si quiere lanzarse con el BBVA lo que tiene que hacer es lanzar una opa, no comprar un minúsculo 3%.
Y un tercer factor de derrota: Rivero no consiguió ganarse la voluntad de José Ignacio Goirigolzarri, entonces CEO de BBVA, quien mantuvo una actitud institucional, a pesar de las malas relaciones que mantenía con FG.
Villarejo es un bicho peligroso, además de un chapuzas. Sí, no me extraña que se apuntara el tanto de haberle provocado dos infartos.
Pero los hechos deben ser tan ciertos como su significado, que la mayoría de las veces resulta inequívoco.
En cualquier caso, alguien debería darle carpetazo al señor Villarejo o el juez acelerar el caso. Esto no hay quien lo aguante
Segundo asalto de Luis del Rivero: Repsol. De entrada, asegurar que en el presente caso, Rivero acaba de obtener una victoria, por cuanto su abogado presentó un requerimiento y la fiscalía aceptó que figuraran como encausados el presidente de Repsol, Antonio Brufau y el entonces presidente de Caixa, Isidro Fainé. El problema aquí no es que contrataran a Villarejo sino que lo hicieran cuando el comisario era todavía un funcionario en activo.
En cualquier caso, este asunto tuvo más enjundia y le afectó más a Rivero que el del BBVA. Él ya estaba dentro de la petrolera en calidad de vicepresidente, en representación de Sacyr. Se enfada con Brufau y con La Caixa, a quien considera antiespañoles, y se alía con Emilio Lozoya (que acabó en prisión), de la petrolera estatal mexicana quien, seguramente, sólo quería lo mejor para Repsol y para la nación española. Por medio anda el intermediario Borja Prado Eulate, expresidente de Endesa, a favor de Pemex, se entiende.
Rivero asegura que todo lo hizo para salvar la españolidad de Repsol: hecho cierto, conclusión increíble.
A la postre, Rivero perdió la Presidencia de Sacyr. Y es una pena, porque hasta que se lanzara al mundo de los tiburones financieros, era un buen ingeniero y un buen gestor de concesionarias.
En cualquier caso, alguien debería darle carpetazo al señor Villarejo o el juez acelerar el caso. Un país pendiente de este espía chapucero, cuando no algo más, es algo que ningún país sensato debería permitirse.