- No será una nueva crisis, sino la segunda parte del estallido de 2007.
- Lo cierto es que ese miedo a una nueva crisis inunda ya el mundo.
- Los mercados financieros, a pesar de alimentarse de la manguera de los bancos centrales, no remontan.
- Y el descenso del precio del crudo que, en circunstancias normales, hubiera supuesto un repunte amenaza con hundir el consumo.
- Las economías emergentes, a costa de explotar a los trabajadores, han proletarizado, de nuevo, a la humanidad: todo un paso atrás en la civilización.
- Las bolsas suben, el valor de la economía baja: esta es la ecuación de la economía del siglo XXI.
El Ibex cerró la jornada bursátil del martes con una caída de 2,44% en línea con el resto de plazas europeas, sin solución de continuidad con las bolsas asiáticas y sin esperar nada bueno de
Wall Street.
Para animar el ambiente, la directora del FMI, la simpática
Lagarde nos advertía que la recuperación es frágil y que el consumo no repunta. Al parecer, al FMI ya no le sirve el consuelo de que tardaremos años ante de volver a los niveles de consumo de 2007, si es que volvemos en mucho tiempo.
Lo cierto es que,
en otras épocas, de economía menos financista y menos especulativa el descenso del credo pudiera haber significado, tras el primer impacto, una remontada industrial y de consumo pero ahora no.
Ahora las bolsas, regadas por los manguerazos constantes de los bancos centrales, han devaluado toda la economía mundial y en cuanto una materia prima transversal se cae las bolsas se caen y 'estropician' el ahorro mundial.
El euro de hoy valdrá menos mañana.
Y los países emergentes, a costa de explotar a los trabajadores, han proletarizado, de nuevo, a la humanidad: todo un paso atrás en la civilización.
Las bolsas suben el valor de la economía baja: esta es la ecuación de la economía del siglo XXI.
Sí, hay pánico a una
nueva crisis y cada vez está más claro que los emergentes no nos van a sacar de allí sino que nos van a arrastrar al fondo. La combinación entre la economía especulativa y financista de Occidente y la explotación laboral de Oriente es como mezclar el fuego y la gasolina. Y los mercaderes, que son especulativos y financistas, pero no tontos, lo huelen.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com