- Sólo una estrategia de crecimiento, y a ser posible inorgánico, puede mantener la rentabilidad.
- El Sabadell lo ha entendido: tras la compra del TSB, el beneficio crece un 90,6%, hasta 708,4 millones. Sin el británico, habría sido de 586,4.
- Crecen exponencialmente todos los márgenes. El de intereses un 41,7% y sin la aportación del TSB, un 17,9%.
- La rentabilidad avanza al 6,34%, gracias a una menor morosidad (7,7%) y a las menores provisiones.
- El ratio de capital se sitúa en el 11,5%, pero gracias a las ampliaciones y a la capitalización de las subordinadas.
El Banco de Japón ha aprobado, en una astuta maniobra, bajar los tipos de interés a cifras negativas como medida de estímulo a la política monetaria y a la actividad económica. Es complejo precisar, en estos momentos, si se trata de una buena o mala noticia, pero para una entidad de crédito, en cualquier caso, es un nuevo dato difícil de digerir sin un adecuado bajativo al término de la comida. Desde hace tiempo, los bancos se encuentran atrapados entre el tóner y el papel en una política monetaria segura de que imprimir billetes, e inundar el mercado de dinero, es la solución de todos los males de nuestra economía. Sabemos que la felicidad no está tanto en el dinero como en un cambio de vida y costumbres. Y eso, en economía, sería el equivalente a introducir reformas estructurales. Obviamente, con la que está cayendo, esos cambios ni están ni se les espera. Y así las cosas, no nos queda otra que considerar que los verdaderos artífices de la política económica seguirán siendo las autoridades monetarias. Y eso puede ser de agradecer, incluso, ante las expectativas de gobierno. En este ámbito, las entidades de crédito -como han puesto de relieve los resultados del Santander- ven reducir su margen operativo, su eficiencia y su rentabilidad económica. O dicho de otro modo, la única manera de subsistir es crecer, hacerse demasiado grandes como para que una escuálida rentabilidad se materialice en cifras importantes de euros como para mantener la actividad. Esto es lo que ha hecho el Banco Sabadell a lo largo del ejercicio 2015 y se ve en sus resultados anuales. La excepcional noticia de un incremento del resultado del 90,6%, hasta 708,4 millones, proviene del impacto positivo de la adquisición de la entidad británica TSB, sin menospreciar el crecimiento vegetativo de la entidad. Sin la aportación de TSB el beneficio de la entidad se sitúa en 586,4 millones, un 57,8% más que en 2014. El margen de intereses ha crecido un 41,7%, hasta valores próximos a los 3.200 millones, un 17,9% si no se considera la actividad aportada por la entidad británica. Esta mejora del margen se ha producido gracias a una reducción del coste de financiación derivado de depósitos de la clientela y del mercado de capitales, y a un aumento de las comisiones, un 16,5% nada más y nada menos. Eso deriva en un incremento del margen bruto en un 14%, que sin considerar la actividad de TSB supone un flaco incremento del 1,3%. El margen antes de dotaciones mejora, en esta línea, un 4,1%, un 0,5% sin TSB. Un indicio de la mejora del crédito vivo en el entorno de actividad del banco es la reducción de la tasa de morosidad hasta el 7,7%, por debajo del cierre de 2014 (495 puntos menos), lo que denota una tendencia decreciente de los saldos dudosos. No obstante, sin tener en cuenta la entidad británica, la morosidad estaría en el 9,86%, menos que en el ejercicio anterior pero no tanto. La dotación de provisiones alcanza cifras inferiores al 6,7% respecto a 2014, lo que conduce a un porcentaje de rentabilidad del capital del 6,34%, superior a otras entidades del mercado. Desde el punto de vista estructural, la entidad cierra con ratios de capital en el 11,5%, fundamentalmente como consecuencia de las ampliaciones de capital del ejercicio y a la capitalización de las subordinadas. Por otra parte, y como consecuencia de la adquisición de TSB, el activo del balance aumenta un 27,7%, concentrándose especialmente en los créditos a la clientela, que se ven incrementados un 29,4%. No obstante, descienden un 1% si excluimos TSB. Los recursos de clientes aumentan un 39%, eso sí, gracias en su globalidad a la aportación inglesa. Estos datos no hacen sino reflejar la idea previamente destacada de que los bancos van a tener que sobrevivir a base de hacer dietas a la inversa. Mientras el resto de mortales estamos a dieta reduciendo las calorías que ingerimos día a día, las entidades de crédito deben comerse todo lo que se mueve con fin de engordar sus balances. Sólo esperamos que el nuevo fit que exigimos a los bancos too big to fail no derive en un empacho, un infarto por exceso de colesterol o en una muerte prematura de alguno de ellos. Rodrigo de Silos rodrigode@hispanidad.com