El actor y el director
Decíamos ayer que el Frente Popular de Pedro Sánchez ya es una triste realidad. Sólo queda que este fin de semana, Congreso de los republicanos independentistas catalanes, la tercera pieza del paripé, los separatistas de pasado siniestro y presente confuso de ERC, los chicos de Gabriel Rufián decidan apoyar la investidura de la marioneta Pedro Sánchez.
Así, tendremos un gobierno progresista (o sea, anticristiano y cristófobo), feminista (o sea, propagador del lavado de cerebro de la ideología de género) y ecologista (o sea, patrocinador de la neurosis global de corte panteísta, animalista y vegana). Un gobierno que odiará la propiedad privada, pilar de la justicia social, porque la propiedad pública no es sino la caradura de los neocomunistas de Podemos para meternos la mano en el bolsillo y asegurar que lo administrarán, nuestro dinero, a favor de los pobres y desheredados, cuando lo hacen en su propio beneficio.
Sánchez rompe con los felipistas e intenta tranquilizar a los presidentes sensatos… antes de laminarlos
En resumen, un gobierno comunista y cristófobo, donde figurará el PSOE, mandará Podemos y que será fiscalizado por PNV y ERC.
Por todo esto, Pedro Sánchez, el títere, rompe con los felipistas e intenta tranquilizar a los presidentes sensatos… antes de laminarlos.
Sánchez se ha negado a la operación Borrell, que no iba dirigida contra su Presidencia -la idearon socialistas felipistas- sino para que reflexionara, rompiera con Podemos y con los independentistas y gobernara en solitario con el apoyo de Partido Popular. Los católicos no íbamos a ganar nada con ello pero al menos no se repetirá el Frente Popular de 1935-36, que nos llevó a la Guerra Civil.
Sánchez se ha negado y con ello se ha convertido en la marioneta fofa del comunista totalitario Pablo Iglesias.
Una cosa es vivir en Moncloa y otra mandar en España. Lo de mandar es cosa de Pablo Iglesias e Irene Montero. Estamos en buenas manos
Un Gobierno, además, fiscalizado por los separatistas vasco-burgueses del PNV (con Bildu detrás) o por los separatistas catalanes proletarios de ERC. Lo mismo da, ambos odian a España por lo que representa, por sus raíces católicas.
Al tiempo, Sánchez desoye a los Felipe González, Alfonso Guerra y compañía. Sánchez, animado por Zapatero, quien intenta recuperar su prestigio perdido en Moncloa y luego en Caracas, intenta tranquilizar a los barones socialistas más sensatos, como el extremeño Vara, el manchego Page (que en su momento también pactó con Podemos para detentar el sillón de mando) o el aragonés Javier Lambán, a quien ha prometido no salirse de la Constitución. Pero la interpretación del texto constitucional da para mucho. También para el derecho de autodeterminación o, por qué no, para un referéndum monarquía-republica.
Pedro Sánchez vendería a sus ancestros con tal de seguir viviendo en Moncloa. Es como un niño con zapatos nuevos. Ahora bien, una cosa es vivir en Moncloa y otra mandar en España. Esto, lo del mando y el gobierno, es cosa de Pablo Iglesias e Irene Montero. Estamos en buenas manos.