• El líder del PSOE dice que habrá que buscar nuevas vías de financiación, sin aumentar las cotizaciones sociales.
  • Ninguna medida concreta de apoyo a la natalidad (familias) o para combatir el declive demográfico.
  • Hay una izquierda, asegura, porque Podemos está en declive, y dos derechas, la del PP y la de Ciudadanos.
  • Aspira a reducir la tasa de temporalidad laboral del 25% al 15% y quiere incorporar a los autónomos en el Estatuto de los Trabajadores.
  • Se compromete a subir el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) al 60% del salario medio en 2019.
  • La reforma fiscal se basará en una recaudación adicional de 25.000 millones, 10.000 de ellos por la lucha contra el fraude.
El candidato socialista, Pedro Sánchez (en la imagen), sigue en su limbo electoral, que consiste, básicamente, en vestir a Ciudadanos con la misma camisa que el PP -y a la inversa, al PP con la de Ciudadanos- y en pregonar que Podemos está tan de capa caída que ya no es alternativa de gobierno. Ha sido su principal mensaje en el desayuno informativo de Nueva Economía Forum celebrado este miércoles. En otras palabras, para que entiendan: que la próxima batalla en las elecciones generales tendrá dos bancos: la izquierda del PSOE y las dos derechas, la del PP y la de Ciudadanos. La formación de Pablo Iglesias no cuenta, vaya, porque está "desplomándose" y su dirigente "trabaja para una izquierda desunida". El desayuno con Sánchez ha dado poco de sí, esencialmente por la falta de concreción y por lo previsible de todo lo que ha anunciado, demasiado conocido. Hispanidad, por ejemplo, le ha preguntado por la viabilidad de las pensiones -en campaña, los políticos huyen de esa cuestión como de la pólvora-, teniendo en cuenta la caída de la natalidad y la trágica curva demográfica. Hoy mismo hemos conocido que ya son menos los españoles que los que nacen. ¿Qué ha contestado  Sánchez? Que el desafío por el envejecimiento de la población es un hecho y que hay que reconstruir el Pacto de Toledo. O sea, entre poco y nada. Ha añadido que se han recortado muchas bonificaciones en el último periodo y que habrá que buscar vías alternativas de financiación del sistema público, sin aumentar las cotizaciones a la Seguridad Social y con un nuevo impuesto finalista. Y es que una vez más, en esta espinosa situación, también navegamos sobre "una herencia dilapidada", la de Rajoy, naturalmente. La misma falta de concreción  de Sánchez se ha repetido cuando ha explicado, antes de exponerse a las preguntas de los periodistas, los cinco ejes del programa socialista para las próximas elecciones, o cuando ha contestado a lo que está en mente de todos: los malos augurios en las encuestas, los posibles pactos con otras formaciones o la reforma constitucional para reconducir el problema catalán. Tiene claro, en cualquier caso, que la etapa de las mayorías absolutas se ha acabado y que serán necesarios los pactos para gobernar. Y a partir de ahí, nueva colleja a Pablo Iglesias ("prefiere que gobierne el PP a que lo hagan los socialistas") o a Albert Rivera ("no tengo ninguna duda de que haría presidente a Rajoy, aunque dice no con la boca pequeña). Para Sánchez, Ciudadanos son "las nuevas generaciones del PP". Son cinco, como digo, esos pilares: la reindustrialización de España y con pacto por la ciencia, un plan para aumentar la calidad en el empleo y potenciar el tamaño de las pymes, una transición energética con el foco puesto en la luchas contra el cambio climático,  un nuevo sistema fiscal progresivo y restañas las heridas de Rajoy en el Estado del bienestar. Ha sido más explícito en algunas metas que en otras, especialmente al abordar las reformas económicas para darle la vuelta a la sombría tasa de paro y la mala calidad del empleo. Aspira, en ese sentido, a reducir la tasa de temporalidad laboral del 25% actual al 15%. Para ello reducirá a tres el número de contratos a tres (indefinido, temporal -limitado a un año- y de formación), castigará a quienes abusen de los contratos temporales y de los becarios, no subirá las cotizaciones sociales y, como ya ha anunciado en varias ocasiones, derogar la reforma laboral del PP, que "ha devaluado las condiciones laborales, salariales y sociales de los trabajadores". También ha señalado que quiere transformar el Estatuto de los Trabajadores en "una verdadera carta de derechos laborales", los actuales y los que se han perdido en estos años de crisis. Y quiere incorporar a ese Estatuto a los trabajadores autónomos "con los mismos derechos que los asalariados". Eso pasa, ha concretado, por acabar con la figura del falso autónomo y porque los empresarios se hagan cargo de sus cotizaciones a la Seguridad Social. Sobre el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), su aspiración es que dentro de cuatro años alcance el 60% del salario medio, en línea con la recomendación de la Carta Social Europea. Nos pondríamos en 1.000 euros mensuales. Sobre la reforma fiscal, la principal novedad está en la recaudación adicional de 25.000 millones, lo que permitiría reducir el déficit público hasta el 1% de PIB en 2019, sin subir los impuestos a las clases medias. Prácticamente la mitad de la recaudación adicional, unos 10.000 millones, vendrían por la lucha contra el fraude fiscal. Y a eso se añaden otras medidas como la promoción de un Impuesto de Transacciones Financieras, un nuevo impuesto que grave las emisiones de CO2, un tipo mínimo del 15% en el Impuesto de Sociedades, la reducción del IVA cultural al 10% o un mínimo en los impuestos de Sucesiones y Patrimonio en todas las autonomías. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com