El HSBC logró sortear la crisis financiera sin ayudas públicas, pero no ha conseguido mantener un creciminto estable durante los últimos años. Tampoco durante 2019, en el que cosechó unos malos resultados, tal y como muestra el comunicado remitido este martes por la entidad. El beneficio fue un 53% inferior al de 2018 y no superó los 5.538 millones de euros, mientras que los beneficios operativos cayeron un 36,65%, hasta los 10.149 millones de euros. El resultado antes de impuestos fue de 12.280 millones de euros, un 33% menor al de 2018.

Lo más positivo fue el aumento del 11,7% de los ingresos operativos del grupo, que alcanzaron los 65.562 millones de euros.

Sea como fuere, lo cierto es que 2019 no fue un buen año para la banca en general y para el HSBC en particular. Los costes son demasiado elevados para unos ingresos que no paran de menguar. Por eso, la mayor entidad de Europa y una de las más importantes del mundo ha anunciado este martes que reducirá la plantilla un 15% durante los próximos tres años, es decir, echará a 35.000 trabajadores y cerrará otras tantas oficinas.

Se trata de convertir el HSBC en un banco moderno, esto es, menos presencial y más digital.