- El gigante británico, marcado por los escándalos en Suiza o la manipulación en divisas, entra en fase de recortes, que afecta al 10% de la plantilla.
- Significativo: reduce su actividad en banca de inversión del 40% al 33% para contener el riesgo de nuevas multas.
- También puede escapar de Londres porque no quiere pagar tantos impuestos y el ministro Osborne podría ceder.
- Y venderá sus operaciones en Brasil y Turquía para potenciar sus inversiones en Asia.
El gigante bancario británico
HSBC, marcado por los escándalos que han sacudido su reputación en los últimos meses, afronta ya un duro ajuste para reducir costes y fortalecer sus cuentas. Eso al menos ha dicho a los accionistas el presidente ejecutivo,
Stuart Gulliver (
en la imagen). En empleos, el recorte será drástico: afectará a 25.000 trabajadores en todo el mundo, el 10% de la plantilla. En Reino Unido, despedirá a 8.000 de sus 48.000 trabajadores.
El coste de los
escándalos tiene un precio, en forma de multas, como las provocadas por
manipular el mercado de divisas. Y el HSBC no es un cualquiera en eso: raro es el mes en el que no está por esa razón en las portadas de los medios, especialmente de la prensa anglosajona. El foco ahora está en el monumental
fraude fiscal masivo que orquestó desde su
filial suiza. En ese país, por cierto, se ha saldado con un
precedente peligroso. El caso estalló en febrero, cuando se conocieron muchas más de sus triquiñuelas gracias a los datos que había entregado el ex empleado de la entidad en Ginebra
Helvé Falciani.
El daño a su
reputación, por tanto, es innegable. Y precisamente es por ese motivo por el que hoy han bramado los
sindicatos ingleses, a los que le han sentado como un tiro que paguen justos por pecadores. Los recortes, a su juicio, no tienen otra explicación. Creen que los escándalos que protagonizan los ejecutivos del banco los están pagando los peldaños más bajos. El banco en estos momentos afronta
nueve investigaciones separadas por
prácticas irregulares en todos los continentes.
Pero no es la primera vez que esto ocurre. Desde 2011, en que tomó el timón del banco Gulliver, los puestos de trabajo se han recortado de 296.000 a 257.000, y después del nuevo
tajo, quedarán en 208.000.
Gulliver ha confirmado también que la decisión de trasladar su
sede fuera de Londres se tomará a final de año. El HSBC se afincó en la capital británica en 1992, cuando dejó
Hong-Kong para facilitar la toma de control de
Midland Bank. Pero esa es otra batalla. La amenaza de irse se debe a que no está
contento con los impuestos que paga la banca en ese país. En la prensa anglosajona
se especula incluso con que el ministro de Economía,
George Osborne, podría ceder a la presión revisando la política tributaria bancaria.
Dentro del replanteamiento de su
estrategia, el HSBC se plantea operar en Reino Unido con el nombre
Firt Direct (su marca
on line), con el de Midland Bank, y la venta de sus operaciones en
Brasil -donde mantendrá una pequeña presencia- y
Turquía. El objetivo es sacar fondos para potenciar sus inversiones en
Asia. México, de momento, se salva.
En suma, se resiste como gato panza arriba a dejar de ser un banco global, poderoso, centrado en la banca de inversión, aunque pasará del 40% al 33% para, agárrense, reducir el riesgo de nuevas multas. Sorprendente. Actúe mejor y haga menos tramas, así de sencillo. Gulliver no se resiste a las incursiones en banca comercial. "Reconozcamos que el mundo ha cambiado y debemos cambiar con él", ha dicho. Y por otro lado, no se va a empequeñecer: "Al ser un banco global todavía ofrece un valor increíble", añade.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com