• Pasa de 26.946 millones de euros a 25.056 millones, esto es, disminuye un 7%.
  • En 2016, el capital amortizado será de 2.871 millones y los intereses ascenderán a 882 millones.
  • El hachazo de Soria tuvo lugar en 2012, 2013 y 2014.
  • En 2015 había elecciones y el ministro anunció que parte del superávit del sistema iría a bajar la tarifa eléctrica.
La reforma eléctrica del ministro José Manuel Soria (en la imagen) nos puso en el camino correcto. En resumen: redujo algo las subvenciones a las renovables y, sobre todo, les subió los impuestos. El objetivo: terminar con la sangría del déficit de tarifa, que llegó a ser de casi 30.000 millones de euros. La reforma Soria recondujo la situación y en 2014 ya no hubo déficit, sino 550 millones de superávit. No está mal y fue un primer paso. Pero había que abordar la segunda parte del problema: acabar con la deuda acumulada durante 14 años. Según el informe de la CNMC publicado este lunes, en 2015, el déficit de tarifa acumulado se redujo un 7%, es decir, pasó de 26.946 millones a 25.056. Algo es algo, pero se antoja insuficiente. Según la CNMC, el capital amortizado en 2016 podría alcanzar los 2.871 millones y los intereses de la deuda llegarán, previsiblemente, a los 882 millones. En otras palabras, urge terminar con la deuda eléctrica, que cada año se cobra cientos de millones sólo en intereses. Y eso es, precisamente, lo que la CNMC ha instado a hacer al Gobierno. Utilice usted todo el superávit, o la mayor parte, para amortizar la deuda contraída. Pero las prioridades políticas no son las mismas. El hachazo de Soria tuvo lugar en 2012, 2013 y 2014, el primer ejercicio en el que el sistema registró superávit, concretamente, 550 millones de euros. Entonces llegó 2015, un año marcado por las elecciones autonómicas (mayo) y generales (diciembre). Había que tomar medidas populistas y qué mejor medida que bajar el recibo eléctrico. ¿Emplear todo el superávit para reducir la deuda acumulada del sistema? Soria no lo entendió así a pesar de la insistencia de la CNMC. Las urnas son las urnas. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com