COP 25: histeria global… para sectarios, neuróticos y trileros
La COP 25, o conferencia del Clima que se celebra en Madrid, se ha convertido en el ridículo de Europa en general, de España en particular y de Pedro Sánchez en singular. El presidente en funciones se ha apresurado a convertirse en la estrella emergente de la neurosis global, del gran calentón mental de la humanidad, presa de una histeria colectiva y que está siendo aprovechada por tres tipos de personajes: sectarios, neuróticos y estafadores… vulgo trileros.
Objetivos reales de la Conferencia del Clima: prohibir la reproducción del hombre y esclavizar a la humanidad
La COP-25 ha convertido a Madrid en la capital de la histeria global, con esa desolada locutora de RTVE, preocupada ante la inminente desaparición de las estaciones de esquí. Y al frente de la histeria colectiva... ¡Pedro Sánchez!
El presidente en funciones del Gobierno español –larga sea su vida y laoda sea su estampa- presa febril de la neurosis global, aseguró que sólo “un puñado de fanáticos negacionistas” puede oponerse a sus deseos como paladín contra el cambio climático. Entre esos fanáticos negacionistas figuran los líderes de más del 40% de la población mundial. Ejemplos: Estados Unidos, China, La India, Rusia, Brasil… por no añadir a las dos grandes potencias de la decadente europea: Emmanuel Macron y Angela Merkel, mas o menos progres pero no directamente idiotas. No tan dispuestos como el genial Sánchez, a colocar al planeta por encima del ser humano. En definitiva, no totalmente histerizados.
Y lanzar una economía de la subvención pública para el nuevo transporte y la nueva energía. A las grandes empresas les encanta
Al parecer, algunos países saben lo que es el hambre y antes que salvar al planeta prefieren salvar a la humanidad.
Los objetivos reales de la Conferencia del Clima de Madrid se pueden resumir en dos: prohibir la reproducción del hombre y esclavizar a la humanidad.
La primera es clave y la que mejor muestra el espíritu anti-humano del nuevo ecopanteísmo y, sí, también muestra el origen satánico de la nueva religión del clima, con símbolos como Greta, la niña petarda, teledirigidos por quienes si saben o que pretenden: acabar con la humanidad y con el estatus del ser humano como rey de la creación.
Como el hombre es el gran depredador, lo que hay que hacer es acabar con el hombre: prohibirle tener hijos o ponerle tan difícil la crianza -y tan fácil la contracepción- que todo el mundo puede justificar la no reproducción ante un planeta que necesita defenderse de su máximo depredador: el hombre. Buena excusa para los/las estériles de corazón… y de píldora.
Al mismo tiempo, la nueva religión del clima proclama una economía de la subvención pública para el nuevo transporte y la nueva energía, es decir, para la nueva economía. Supone una negación de la propiedad privada, de la de verdad: de la pequeña propiedad privada. Pero a las grandes empresas les encanta. La energía renovable es ineficiente y sólo puede imponerse gracias a las subvenciones públicas, un dinero arrebatado a sectores más productivos.
Pero si quieren palpar la gran mentira en que se han convertido las profecías apocalípticas del cambio climático (claro que existe el cambio climático pero no es apocalíptico) no tiene más que ver a los autollamados científicos del clima: les ve en un callejón oscuro y echas a correr.
Pero no olvidemos que, además de neuróticos y trileros, aquí nos las tenemos que ver con sectarios: esos sí que saben lo que quieren y tienen dos objetivos finales, uno de mínimos y otro máximo: el de mínimos consiste en esclavizar a la humanidad. Nos van a decir lo que tenemos comer y cómo debemos vivir, una profusión de normas insufribles que esclavizarán nuestras vidas. Y a ver quién es el guapo que se niega si conlleva el calificativo presidencial de fanáticos negacionistas que nos colocan en el punto de “no retorno”.
El objetivo máximo de los sectarios es aún más terminante: acabar con la raza humana por consunción. Esto es, acabar con el depredador del planeta.
Es la histeria global de la COP-25. pasen y vean, mis queridos neuróticos.