Ampuero y Rivero no disparan contra el BBVA sino contra Francisco González
La lista de damnificados de Francisco González (FG) es interminable y abarca tanto a consejeros como a directivos del banco que lleva 18 años presidiendo. No se ha salvado nadie que pudiera hacerle sombra. Por eso, dentro del sector no tardó en ganarse el calificativo de ‘killer’.
La relación de nombres comienza con Emilio Ybarra, presidente de BBV y, tras la fusión con Argentaria, copresidente, junto con FG, de BBVA. Ybarra contó a FG que había cuentas en paraísos fiscales con las que se pagaban las pensiones de los antiguos consejeros de BBV. Era una situación heredada del fallecido Pedro Toledo, que trasladó un montón de dinero a paraísos fiscales para afrontar la defensa contra KIO, que por entonces -años ochenta- se hacía con todo gracias a los petrodólares.
La intención de Ybarra era regularizar la situación aprovechando la fusión con Argentaria, previo acuerdo con Hacienda y con el Banco de España, pero FG vio la puerta abierta para comenzar la purga: nada más terminar la conversación con su par en BBV, FG se chivó al Banco de España y poco después, sus dos grandes rivales, Ybarra y Pedro Luis Uriarte -vicepresidente de BBV y después de BBVA- abandonaron la entidad.
Todo aquel que pudiera hacerle sombra se convertía en una amenaza y era debidamente expulsado o invitado a marcharse
“El tema de las cuentas secretas (del BBV) fue un shock. Tenía dos soluciones: hacerme cómplice de una situación inaceptable o exigir que se regularizara para cumplir con la ley y lógicamente hice que se cumpliera la ley para salvar al banco. Y hay gente que aún no lo entiende”, asegura FG dieciocho años después, en una entrevista publicada este lunes en El Mundo.
No podía quedar nadie y menos aún de las familias adineradas de Neguri, que se referían a él como el “ingenierillo eléctrico”. Así, en una operación sin precedentes -febrero de 2002- FG se cargó a siete consejeros del BBV. Abandonaron el banco Aguirre, Ampuero o Lezama-Leguizamón, entre otros. Pero no fue suficiente y poco después se unieron otros consejeros ilustres como Juan Entrecanales o Alfonso Cortina, que estaba en representación de Alicia Koplowitz. Efectivamente, el “tema de las cuentas secretas” dio para mucho.
Por cierto, años más tarde, Emilio Ybarra exculpó ante el juez a los consejeros y directivos (fueron absueltos) y asumió él toda la responsabilidad por esas cuentas. En un primer momento fue condenado por la Audiencia Nacional pero seis meses después el Tribunal Supremo le dio la razón y fue absuelto.
Los directivos también sufrieron en sus carnes las andanadas del ‘killer’. Todo aquel que pudiera hacerle sombra se convertía en una amenaza y era debidamente expulsado o invitado a marcharse. Fue el caso, por ejemplo, de José Ignacio Goirigolzarri, Pepe Sevilla, Ignacio Sánchez Asiaín, Jaime Guardiola o el propio José Antonio Álvarez.
Sí, FG siempre ha tenido un problema con el buen gobierno corporativo: ha querido imponer el suyo. Por ejemplo, cuando le pidió al consejero Gregorio Marañón que firmara, sin leer, el papel que le presentaba. Marañón no quiso sin antes no conocer el contenido del mismo y FG se lo explicó: era su sueldo de 3,85 millones de euros al año más un fondo de pensiones de 28,8 millones. La reacción de Marañón, presidente de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones, fue inmediata: esto lo tiene que aprobar la comisión que presido. Resultado: Marañón abandonó el banco poco después.
El nuevo CEO tendrá que tener el visto bueno del presidente saliente
Estos son solo algunos ejemplos. Porque los directivos damnificados son multitud. Otro logro de FG: conseguir que los ex del BBVA se agrupen en una asociación (Uniter) que en al última junta de accionistas le sacó los colores al recordarle al presidente que el banco vale hoy lo mismo que cuando él cogió las riendas. Paralelamente, el Santander, antes más pequeño, vale el doble y se ha convertido en el primer banco europeo.
Sea como fuere, en enero de 2019 comienza una nueva etapa… o no. “Le he dicho (a Carlos Torres), siéntete libre y trabajando con el consejo que tiene la última palabra, forma tu equipo. Un día me dirá a quién quiere nombrar y me va a parecer bien seguro, pero si no, me lo callaré. Hay que darle libertad”, asegura FG en la citada entrevista. Entonces, ¿por qué se compromete, en Hecho Relevante, a nombrar al CEO antes del 31 de diciembre? ¿No sería más lógico que Torres nombrara a su segundo siendo ya presidente y con usted fuera del banco? O sea, que el nuevo CEO tendrá que tener el visto bueno del presidente saliente… y de todo ‘su’ consejo de administración.
No es extraño que el BCE se haya cabreado.