• De esta manera no se cumplirá la maldición que tanto teme José Manuel: el enfrentamiento entre sus hijos y los de su primo Juancho.
  • Al final, la clave del acuerdo con Nordex está en que, aunque sea el máximo accionista, no controlará la empresa dominada por la familia Quandt, la más rica de Alemania.
  • Es, sin duda, una operación arriesgada que recuerda a la fallida entre Sacyr y Eiffage.
Probablemente, a estas alturas ya conocen los detalles de la operación anunciada a la CNMV entre la noche del domingo y la mañana de este lunes: Acciona vende su filial Windpower a Nordex por 785 millones de euros y, a cambio, se convierte en el máximo accionista de la alemana, con el 29,9% del capital. Cuando se cierre el acuerdo –previsiblemnte en el primer trimestre de 2016- y se complete la integración de ambas –verano de 2017- estaremos hablando de uno de los cinco mayores fabricantes de aerogeneradores del mundo, con el 8% de la cuota mundial, y de un serio competidor de Gamesa. Pero la importancia de la operación no se mide únicamente por su tamaño. Con la compra de Nordex, los Entrecanales estarían preparando la fisión de Acciona de cara a la sucesión: las renovables se las quedaría José Manuel Entrecanales Domecq y el ladrillo, su primo Juancho Entrecanales Franco (ambos, en la imagen). Miren, el gran temor del actual presidente de Acciona es el enfrentamiento familiar que, casi con total seguridad, se producirá cuando la cuarta generación de 'Entrecas' se haga cargo de la empresa familiar. José Manuel siempre ha dicho –en privado, claro está- que él no se va a enfrentar a su primo Juancho, vicepresidente del grupo. Pero, ¿qué sucederá cuando ellos ya no estén? Como hemos venido contando en Hispanidad, el padre de Juancho y tío de José Manuel, Juan Entrecanales Azcárate, a la sazón máximo accionista de Acciona, quiere que la compañía vuelva a sus orígenes, esto es, al ladrillo y a los servicios. Pero José Manuel, mucho más ecologista, sigue empeñado en potenciar el negocio de la energías renovables. ¿Cómo compaginar ambas cosas de cara al futuro del grupo? Separándolas. Y la primera piedra sería el acuerdo con Nordex. Pero cuidado, no estamos hablando de algo inmediato, que se vaya a producir en el corto plazo. José Manuel sólo tiene 52 años y Juancho, 50. Su sucesión, por tanto, queda todavía lejos. En cualquier caso, la clave de la operación Nordex está en que, a pesar de convertirse en el máximo accionista, Acciona no controlará el grupo, que seguirá bajo la batuta de la familia Quandt, la más rica del país, dueña, entre otras empresas, de BMW. Y eso a pesar de que los Quandt venderán el 13,3% a Acciona, con lo que reducirán su participación hasta el 5,7%. Pero los alemanes son muy 'suyos' y el acuerdo no deja lugar a dudas: los Entrecanales tendrán dos consejeros en el consejo de dirección (dos de cuatro) y otros dos en el consejo de vigilancia (dos de seis), el verdaderamente importante ya que tiene una única potestad: destituir al consejo de dirección. En el consejo de vigilancia está, entre otros, Jan Klatten, esposo de Susanne Quandt. Además, los Entrecanales se han comprometido a no aumentar su porcentaje hasta dentro de tres años, aunque pueden vender cuando quieran. Asimismo y de momento, el consejero delegado de la empresa resultante será el actual Ceo de Nordex, Lars Bondo Krogsgaard mientras que el número uno de AWP, José Luis Blanco, será el responsable de operaciones, aunque con categoría de Ceo adjunto. En resumen: la operación no es mala y coloca a Acciona en la élite de los fabricantes de aerogeneradores, una industria en auge por el crecimiento de la energía eólica en el mundo. Además, no supone aumento de deuda y sí una plusvalía neta de unos 675 millones de euros. El mercado,  por su parte, la ha acogido con entusiasmo: a una hora del cierre de la sesión, los títulos de Acciona suben más de un 8,5%. Ahora bien, la operación no está exenta de riesgos. ¿Recuerdan el affaire entre Sacyr y la francesa Eiffage? En 2007, los franceses negaron a Sacyr –entonces presidida por Luis del Rivero- el número de consejeros a los que aspiraba por ser el máximo accionista del grupo. Al final, y después de casi un año de litigios, Sacyr no tuvo más remedio que abandonar el proyecto y vendió el 33% del capital de Eiffage a un grupo de inversores franceses. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com