- La energética se da prisa para el respaldo necesario de los acreedores, pero tendrá que esperar a bien entrado septiembre.
- Ahora el problema es de liquidez: por eso los retrasos en el pago de las nóminas a los trabajadores.
- Tampoco la bolsa se fía: el valor no ha dejado de bajar desde el anuncio del plan.
- Y ahora, el jarro de agua fría llega de la agencia de calificación: no se cree las proyecciones financieras.
- Dice que son "conservadoras" y no tienen en cuenta un escenario adverso, que exigiría más créditos y avales.
La agencia de calificación
Moody's arroja un poco más de luz, este miércoles, sobre las dudas que pesan sobre el
plan de reestructuración de Abengoa. Ha esperado, no al
acuerdo in extremis al que llegó la empresa con los acreedores, en la madrugada de 11 de agosto, sino a lo que aclaró, una semana después -aunque no terminara de aclarar del todo-, sobre las
condiciones del acuerdo.
De todo ello les hemos informado puntualmente, incidiendo en que el principal problema para la tecnológica andaluza es la
asfixia financiera a la que le pueden someter los bonistas y los
hedges funds, a cambio de los 1.169,5 millones que aportarán antes de final de año, 515 millones de ellos
dinero nuevo.
Y es también en este punto en el que incide Moody's, porque si bien reconoce algunas de las bondades del plan, como la
reducción de deuda (más de la mitad),
venta de activos o
ahorro de costes, no se elimina la incertidumbre que pesa sobre la compañía. Y ojo, porque el resultante de ese proceso será una
Abengoa jibarizada, con un perímetro mucho menor.
¿De dónde vienen las dudas de Moody's? De las propias
proyecciones financieras que califica de "conservadoras"; es decir, del poco margen de maniobra -de
liquidez- en el caso de que las cosas vengan mal dadas, que es lo que pasa en un escenario adverso.
La mejor prueba de la
falta de liquidez está en los retrasos en el pago de las nóminas a sus trabajadores, que tampoco tienen claro, además, cómo les afectará el nuevo escenario en forma de
recortes de empleo. Y es que el plan de reestructuración bajó a la arena, pero no tanto como se espera.
En otras palabras, si los ingresos no llegan en los plazos previstos o si la empresa no es capaz de generar negocio para hacer frente a los pagos previstos a los fondos y a los acreedores, necesitará nuevas
líneas de crédito y nuevos
avales.
No olviden que el
apetito de los
fondos de riesgo es enorme y que, según el acuerdo, la empresa deberá pagarles un interés del 14%, un 5% en efectivo (más otro 4% por comisiones). El resto se capitaliza hasta 2020.
Y encima esos fondos, que controlarán el 50% de Abengoa, se han quedado como aval con las mejores
prendas: los proyectos de
México (el
Tercer Tren o
AT3, de cogeneración)
Atlantica Yield.
Además, el plan, teóricamente probable sobre el papel -con cuatro años de travesía en el desierto- espera el respaldo del 75% de los acreedores, a los que Abengoa les pidió "encarecidamente" que lo apoyen antes del 31 de agosto.
Nada apunta a esa fecha. Más bien al contrario, que alargue hasta bien entrado septiembre. Además, tiene que negociar también con los proveedores, a los que ha dado un
palo, en forma de quita de deuda, de 300 millones de euros.
Entre tanto, la venta de activos, al que también está condicionado el plan, y que proporcionaría 421 millones, ha dado un paso al conocerse la venta de cinco
plantas de etanol en Estados Unidos, con las que ingresará unos 315 millones de euros. Las operaciones, en cualquier caso, se aprovechan del valor de los activos y que se venden a buen precio. Se han realizado vía
subasta, deber ser ratificadas por los tribunales de quiebras americanos.
Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com