Lise, una adolescente  de familia adinerada, es investigada tras el asesinato de su mejor amiga. Hasta que se celebra el juicio, sus padres viven en tensión, mientras la chica afronta la situación con una frialdad que asombra, una actitud que mantiene durante todo el proceso.

Apasionante, de principio a fin, el drama judicial de Stéphane Demoustier, director y guionista de este film, analiza las relaciones entre padres e hijos, mucho más complejas de lo que parecen a simple vista.

Ha confesado Demoustier que el nacimiento de sus hijos cambió su vida, por un lado sintió amor y alegría, pero también el peso de la responsabilidad mezclada con cierta ansiedad. A partir de ahí, sus reflexiones derivaron en la escritura del guión de La chica del brazalete. En el texto plasmó un debate permanente sobre la educación y los valores que inculcamos a nuestros hijos y la comunicación imprescindible en esas relaciones paterno filiales. Dejando claro algo que, no por obvio es menos importante, que ese nuevo ser, “esa carne de nuestra carne” es de naturaleza única, irrepetible y libre, por lo que nuestra herencia no supone que pueda ser similar a nosotros, ni en físico ni en comportamiento.

El gran acierto de este film fue plasmarlo en un drama judicial, narrado desde el punto de vista de los observadores del proceso, algo que capta  el interés, porque asistimos al desconcierto que experimentan unos padres cuando reparan que no conocen en absoluto al fruto de sus entrañas. 

Filmada con buen pulso, el desarrollo está tan bien dosificado que nunca aburre, muy al contrario se sigue con interés todas las peripecias de esa familia aparentemente perfecta, en la que los padres apoyan incondicionalmente a su descendiente, a pesar de que van descubriendo, poco a poco, su inquietante personalidad.

No obstante, llama la atención que el director y máximo responsable de esta película, plantea los temas pero sin llegar a ninguna denuncia clara. A pesar de ello, el juicio, además de mostrar la imperfección de la justicia humana, retrata una sociedad permisiva, donde los adolescentes utilizan el sexo como mero divertimento sin límites. En la misma también se denuncia cómo, en ocasiones, los jóvenes han convertido las redes sociales, nacidas como herramienta para la socialización, en un arma arrojadiza contra otros, provocando verdaderos dramas y sacando a la luz temas íntimos que nunca debieran traspasar ciertos límites.

Para: los que quieren contemplar una película que suscita muchas preguntas sobre la educación de nuestros hijos y hacia dónde camina la sociedad.