Durante la mañana del lunes se entrevistaban en Moncloa el presidente español Pedro Sánchez, y el primer ministro italiano Guiseppe Conte.

El primer ministro italiano llegó al cargo y se mantiene en el sillón gracias a una carambola de enfrentamientos entre partidos políticos que, al revés que Guiseppe, si habían sido votados por los italianos.

El confinamiento italiano fue muy duro, drástico, tan drástico como el español, y la ‘modernidad’ de Guiseppe se dejó ver en el hecho de que ordenó cerrar las iglesias. Sánchez fue un poco menos duro y un poco más hipócrita: no cerró las Iglesias pero se encargó de que quien acudiera a la eucaristía fuera perseguido y sancionado.

Bueno, y cuando acabó el asunto, como Hispanidad ha contado este martes en exclusiva, resulta que Sánchez prohibió la comunión. Mejor, prohibió, con una grosería que produce vómito a cualquier católico, el “reparto de objetos”. Está claro que el objetivo era acabar con la eucaristía. No lo conseguirán.