• La espiritualista tontuna gnóstica es la religión de moda.
  • Se traduce en panteísmo ecoverde.
  • Cuanto más verdad, menor bienestar.
  • Pero el amor exige mucha reciedumbre. Blanditos, abstenerse.
El gnóstico Valentín de Alejandría no podía aceptar la encarnación del Dios hecho carne porque consideraba indigno del Verbo Divino ir al baño. Era muy fino Valentín y mucho más famoso, y peligroso, que la tontita Hipatia, mitificada por Amenábar. Valentín era espiritualista, o sea, un pelín soberbio, como todos los gnósticos. Por cierto, la gnosis de ahora mismo es el panteísmo eco-verde y su divinización del planeta tierra y demás necedades. En el otro extremo del péndulo está el materialismo vulgarote del hedonismo bobalicón. Aquí las cosas son menos sutiles: resulta que cuanta más verdad menos bienestar. Porque la verdad y el bien, sí de verdad son verdad y bien, resultan muy exigentes. Ya se sabe que hay que entregarse mucho para amar mucho, y eso no es cómodo. El amor es construcción no destrucción, como clamaba Pedro Salinas, pero construir es cosa de gente recia y esforzada. Blanditos, abstenerse. Eulogio López eulogio@hispanidad.com