El último ‘Informe de Estabilidad Financiera Global’, publicado el viernes por el FMI supone un nuevo jarro de agua fría para el sector bancario de nuestro país. Y es que el mensaje del organismo no puede ser más desesperanzador: el coronavirus provocará una nueva caída de la ya maltrecha rentabilidad del sector, de tal manera que muchas entidades serán incapaces de generar beneficios por encima de su coste de capital para 2025.

Se juntan dos circunstancias: por un lado, la crisis económica provocada por la paralización de la actividad y, por otra, el hecho de que los tipos de interés continuarán bajo mínimos durante muchos años. El FMI así lo advierte: “La planificación de capital por parte de supervisores y los test de estrés deberían incluir escenarios de tipos bajos durante mucho tiempo”.

Crisis económica -menos crédito y más morosidad-, junto a unos tipos de interés bajísimos, da como resultado más ajustes. Sí, el FMI también menciona en su informe la posibilidad de aumentar los ingresos mediante la gestión de activos fuera de balance -fondos, planes de pensiones, etc.-, pero, además de ser un mercado y explorado en España, no presenta su mejor cara en vísperas de una nueva crisis económica.

Por el contrario, la tecnología sí ofrece nuevas posibilidades de ajuste, tanto de plantilla como de red. El confinamiento, incluso, ha servido para acelerar el proceso o, al menos, la convicción en los bancos de que se puede prestar el mismo servicio con la mitad de oficinas que hay actualmente en nuestro país, unas 23.800.

Y por si algún banquero tiene la tentación de abordar la nueva crisis asumiendo más riesgos, el FMI le advierte: “pueden ser las semillas de futuros problemas”.

En definitiva, el coronavirus va a acelerar los ajustes en el sector bancario español. Al parecer, es algo inevitable.