Tesla, la compañía de automóviles eléctricos capitaneada por Elon Musk, ha confirmado que es objeto de investigación del Departamento de Justicia de EEUU, que mira con lupa los posibles cargos criminales del anuncio del su presidente ejecutivo de excluir la compañía de bolsa, idea que abandonó posteriormente, después de negociar hasta con los saudíes para captar unos 30.000 millones.

Testa, como cualquier empresa cotizada, debe pasar unos filtros de los reguladores en sus anuncios, pero Elon Musk se sirvió de Twitter para su ocurrencia, el 7 de agosto. No solo eso, sino que añadía que contaba con fondos para salir de la bolsa, lo que provocó una subida inmediata de las acciones (la acción se disparó un 11%, de 342 a 379 dólares). Desde entonces no ha dejado de caer, ayer martes un 3,4%, hasta 284 dólares.

Los analistas cuestionan a Musk y a Tesla: un saco de pérdidas y de incumplimientos. Eso sí, un empresario muy verde

Todo eso es lo que ahora investigan los reguladores americanos. En parte no es nuevo, porque el caso se remonta a agosto, y en otra parte sí, porque ya ha sido objeto de una denuncia presentada este mes.

El excéntrico empresario, mientras, sigue protagonizando escenas insólitas, como aparecer fumando marihuana en un programa de radio o el anuncio del primer turista para viajar a la Luna con su compañía Space X.

A eso se une la fuga de altos cargos, como el director financiero, Justin McAnear, con solo 15 días en su puesto tras presentar su dimisión.

En fin, sin olvidar que Tesla no goza precisamente de predicamento entre los analistas por los que miran: la cuenta de resultados. Tesla es solo una promesa, que no ha generado beneficios hasta ahora -es más, es un saco de pérdidas, aunque nadie bromee con la quiebra- no ha cumplido con los planes para desarrollar o producir vehículos autónomos y compartidos (eléctricos, por supuesto) y tiene en frente a toda una poderosa industria implicada en lo mismo.