Los tiempos en  FCC los marca Carlos Slim, el accionista de referencia del grupo al que se acercó en 2014, con una inversión de 650 millones para tomar el 25,6%, a los que añadió después 500 más. Su presencia en el capital, que se interpretó como el gran activo que necesitaba el grupo para aumentar proyectos y sacar de la parálisis el negocio de construcción, se ha quedado en eso y poco más.

La conclusión, tres años después, aunque con mando en plaza de Slim desde 2015, se resume en dos ideas: la inversión quedó donde la dejó (1.150 millones) y la cartera de construcción no sólo está estancada, sino que ha empeorado.

La cartera de construcción ha pasado de 6.230 a 4.300 millones entre 2015 y 2017

Basta echar un vistazo a las cifras de los informes anuales del grupo desde 2013, y al negocio por áreas. La cartera del grupo ha empeorado, menguada precisamente por el negocio de construcción, que se ha derrumbado.

Cerró 2017 con la peor cifra desde 2013, cuando la cartera estaba en 33.350 millones. El año 2014 empeoró a 32.997 y desde entonces, ha descendido progresivamente: a 32.500, en 2015; a 30.560, en 2016 y a 29.278 en 2017, la peor cifra.

Esa tendencia es especialmente acusada en construcción, la división responsable del declive general, que no es acusado en las divisiones de agua (Aqualia) y de Medio Ambiente, de la que depende la limpieza de calles y la recogida y el tratamiento de basura. Esas dos divisiones aportan actualmente el 90% de la facturación y el 80% del Ebitda del grupo.

La presencia de Slim iba a ser el revulsivo para el negocio constructor, pero ha ocurrido lo contrario

En cifras. La cartera de construcción estaba en 6.608 millones en 2013 y ha caído desde entonces a 4.300, cifra con la que cerró 2017. En 2014, cerró en 6.213 millones, repuntó ligeramente en 2015, a 6.230 millones, para caer después, en 2016, a 4.482 millones.

El contraste es la división de agua, la joya de la corona de FCC, con un 49% en manos del fondo IFM, que compró ese porcentaje por 1.024 millones. Aqualia mejoró su cartera de 2013 a 2014 (de 14.860 a 15.114 millones), retrocedió a 14.440 en 2015 y desde entonces vuelve a los niveles anteriores: 14.956 y 14.792 millones en 2016 y 2017, respectivamente.

Algo parecido, aunque con otras cifras, ocurre también con la división de Medio Ambiente, gracias a los contratos con los ayuntamientos para limpieza y recogida de basura.  No obstante, cerró 2017 con una cartera de 10.286 millones, la cifra más baja desde 2013, cuando estaba en 11.885 millones. En 2014 fue de 11.670; en 2015, de 11.826 y en 2016, de 11.152 millones.