Ojo al dato: ahora resulta que Evo Morales es una víctima. Pobriño.

Así lo está vendiendo la prensa sanchista. Ha tenido que huir por un golpe de Estado propagado por las fuerzas facciosas y financiado por Estados Unidos (¡Cuánto dinero debe tener Estados Unidos!). O sea, que el sinvergüenza de Evo Morales ha sido acogido por el sinvergüenza de López Obrador. Ambos tienen un relato que contar. Es muy triste. El malo es el fascismo internacional, los buenos son ellos, los antiguos marxistas e indigenistas. Los demócratas.

La tesis de Morales es que ha sido víctima de un golpe de Estado, una especie de pucherazo cívico. Lo cierto es que el pucherazo lo intentó dar él y que la gente le dijo basta… y el ejército apoyó a la gente.

En otras palabras, la democracia del siglo XXI consiste en rebelarse contra lo políticamente correcto, no en votar cada cuatro años

Insisto en que estamos pervirtiendo la democracia. Democracia no sólo es el gobierno de la mayoría sino el respeto a las minorías y, aún más importante, al individuo.

Y sobre todo, la democracia en el siglo XXI consiste en luchar contra lo políticamente correcto, contra un discurso cultural imperante que ningunea y somete al silencio a quien no comparta el pensamiento único dominante.

Las elecciones no se manipulan hoy con un pucherazo (bueno, Evo sí: interrumpe el recuento y se proclama vencedor) pero existen otros métodos. Si controlas lo que se puede decir y lo que ni se permite pensar, estarás condenado al escarnio público por los medios informativos y de opinión más numerosos, pues sí claro, entonces vencerás en las elecciones.

En la España de Sánchez, lo políticamente correcto es ser católico y comportarse como tal. Cada día resulta más difícil

En la democracia española, por ejemplo, puedes decir cualquier cosa mientras no resulte una expresión católica. Porque lo único políticamente incorrecto en España es el catolicismo. Ejemplo: conocen ustedes en las tertulias de radio y TV algún católico que ejerza como tal en dichas tertulias Yo no conozco ninguno.

Y claro, la libertad de pensamiento sin libertad de expresión no sirve de mucho.

Es como lo de la libertad religiosa. Yo le permito que rece. Claro, campeón, es que no puede evitarlo. Puedo rezar en silencio. Lo que te exijo no es libertad religiosa sino libertad de culto.

Con la libertad de pensamiento ocurre lo mismo: ningún tirano puede evitar que yo piense. Otra cosa es la libertad de expresión y de ocupación de puestos de influencia. Por ejemplo, en la administración Sánchez, un católico consecuente no puede ocupar cargo alguno de relevancia.