Censurado Vox, el debate se convirtió en lo que predijimos ayer: dos progres de izquierda frente a dos progres de derecha. Y ya saben en qué consiste el progresismo: abajo los curas y arriba las faldas.

Ni tan siquiera el debate económico se impuso, porque las pensiones, el gran problema de una España envejecida, cedió paso a la discusión sobre Cataluña. Es decir, primaron las identidades a la ideas; ergo, un debate paupérrimo. Todos sabíamos lo que intelectualmente daban de sí los cuatro líderes parlamentarios españoles pero esto… ya implica demasiada indigencia argumental.

Cataluña fue el eje. Es decir, no hablaron de ideas, sólo de identidades

Y así, lo de ayer en RTVE fue una frivolidad donde la pose pudo más que la reflexión y la agresividad más que la ironía. Y así, el narcicismo separatista catalán, feliz de la existencia: vuelve a situarse en el proscenio sin necesidad de desgastarse en un debate.

Y lo peor: volvió a salir el Sánchez formalmente moderado pero guerracivilista de corazón. Las encuestas le dicen que sólo podrá seguir gobernando, ni tan siquiera con la derecha pagana de Ciudadanos, sino con Podemos, el separatismo catalán y vasco (PNV incluido), los proetarras de Bildu, los majaderos de Compromis… el Gobierno Frankenstein. O mejor, el Gobierno frentepopulista y guerracivilista de la moción de censura y la momia de Franco, el que le llevó a La Moncloa el pasado 1 de junio. Como para llorar.

Un debate que facilita el voto anti y el voto formal: me cae bien o me cae mal

No se habló de los valores básicos ni de los principios inmutables, como la vida, la familia, la libertad de enseñanza, el bien común, la libertad religiosa -hoy claramente perseguida en España-, en particular la libertad de los católicos.

Al final, el debate sólo sirvió para lo que deseaba Pedro Sánchez: la progresía no es otra cosa que el “abajo los curas y arriba las faldas”. Eso, más un relativismo pedestre donde nada es verdad ni nada es mentira, todo depende de la opinión de cada cual, que acaba siendo los caprichos de cada cual.

El progresismo es, ante todo, frivolidad. Y sí, en el debate se notaba la falta del censurado Vox. Por lo que, desde Twitter, el líder de la formación, Santiago Abascal, quiso hacer su aportación personal con este mensaje:

 

 

Fue un debate que facilitó el voto anti y el voto formal: me cae bien o me cae mal, sabe comportarse o no, es guapo o feo. No importa lo que diga, importa cómo da en pantalla. Y así, Sánchez tiene toda las de ganar, sobre todo desde que está en modo estadista, desde que utiliza el Falcon. O esto cambia, hoy martes en Atresmedia –donde tampoco estará Vox-, o me temo que caminamos hacia otro gobierno Frankenstein y, esto es lo peor, hacia una legislatura frivolona en el fondo y guerracivilista en las formas. O si lo prefieren: un Gobierno Sánchez, un verdadero psicópata del poder que da bien en TV, donde se arropa de vestes ‘moderadas’.