Las teorías conspiratorias inventadas por el ignorante escritor Dan Brown sobre María Magdalena parece que han encontrado un discípulo aventajado en Garth  Davis, el director de este filme, y en las guionistas Helen Edmundson y Philippa Goslett. Porque todo lo que relata chirría, desde el comienzo, en aspectos históricos, sociológicos y, por supuesto, religiosos. En su publicidad anuncian que es una biografía real y humana de María Magdalena, pero lo cierto es que, sobre este personaje del Nuevo Testamento, hay poco escrito, salvo que estaba al pie de la cruz con otros discípulos y seguidores de Jesús y que se menciona  a una  María como la primera persona que le vio tras la Resurrección. A partir de aquí, todo vale en este péplum de desarrollo aburrido y lleno de errores. Así, como se refleja en las novelas del mencionado Brown, aquí  se reivindica a María Magdalena como el duodécimo apóstol y, por ello, la sitúa al lado de Cristo en la Última cena. A más a más, en su afán por darle protagonismo en cualquier situación, la convierten en la amiga, la consejera, la mejor discípula de Jesús, por encima del papel jugado incluso por apóstoles como Pedro. Ella bendice, bautiza y sigan ustedes contando… Igualmente se contextualiza este personaje convirtiéndola en una feminista, adalid de los derechos de la mujer y de su libertad, algo nos tememos improbable en aquella época. Pero todavía es más "burrada" la visión, según sus productores, innovadora de la figura de Jesús. En el aspecto cinematográfico, la interpretación de Joaquín Phoenix encarnándole no resulta nada acertada, sus desvanecimientos casi en éxtasis al hacer milagros y su mirada, parecen propios de alguien que se ha fumado un par de porros. No parece que este péplum sea el adecuado para contemplar esta Semana Santa si les interesa el cine religioso. Todo lo contrario a la recomendable y respetuosa Pablo, el apóstol de Cristo, un largometraje que cuenta en el reparto con el actor cristiano Jim Caviezel (La Pasión de Cristo) que se estrenará el próximo viernes 23 de marzo. Para: Nadie Juana Samanes