Este jueves, en la Junta de Accionistas de Repsol, de nuevo hemos asistido a una lección sobre transición energética y descarbonización realista y con sentido. Es más, hasta el CEO, Josu Jon Imaz, ha tirado de las orejas a ecologistas como Greenpeace, Fundación Finanzas Éticas e incluso a Teresa Ribera, al referir que “es ético producir el petróleo y el gas que el mundo necesita, si no se va a perder industria y niveles de bienestar” y al mismo tiempo apostar por descarbonizar. De hecho, la compañía multienergética ha reducido la intensidad de emisiones de carbono un 10% respecto a 2016, “más que el mundo, Europa y España”, ha subrayado.

 

Imaz ha reprochado a estos ecologistas y otros muchos que “si quieren ser éticos, se tienen que preocupar de los precios y de la seguridad de suministro”, y no sólo de la sostenibilidad. Es decir, de los tres elementos del trilema energético. Al hilo de esto se ha preguntado por qué no podemos producir aquí gas natural y se opta por traerlo de EEUU, algo que contamina más porque a la extracción se suma el transporte y luego los ciclos combinados para generar electricidad. Y aunque no haya hablado del precio no hay que olvidar que el gas natural licuado (GNL) cuesta más del doble que el que llega por gasoducto y se ha convertido en un gran negocio para el país que dirige Joe Biden.

La respuesta del CEO ante la crítica a los beneficios multimillonarios: le hubiera gustado verla cuando Repsol tuvo “pérdidas por responsabilidad” al mantener abiertas las refinerías y las gasolineras para dar servicio a ambulancias, aviones que volaban para traer material sanitario, coches de policía, camiones que suministraban productos a los supermercados...

 

Claro que la respuesta del CEO a la representante de Greenpeace y Fundación Finanzas Éticas ha sido aún más tajante en la crítica a los beneficios multimillonarios. Imaz le ha contestado que también le hubiera gustado verla cuando Repsol tuvo “pérdidas por responsabilidad” al mantener abiertas las refinerías y las gasolineras para dar servicio a las ambulancias, los aviones que volaban para traer material sanitario, los coches de policía, los camiones que suministraban productos a los supermercados...

Al igual que en otras muchas ocasiones, Imaz ha subrayado el compromiso de Repsol con el desarrollo de un tejido industrial sostenible y con el mantenimiento del empleo industrial, así como la apuesta por “descarbonizar con neutralidad tecnológica, que garantiza la rentabilidad”. Asimismo, ha referido que los precios de la energía no sólo han subido por la guerra de Ucrania, sino también por la sólida demanda tras el Covid y las restricciones de la oferta (en parte por la OPEP y los descensos de producción, pero también por la baja inversión debido a las limitaciones de políticas públicas). 

Brufau compara EEUU y Europa a la hora de incentivar inversiones y seguridad jurídica, y basta un detalle: la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) tiene unas 300 páginas mientras en la UE hay distintas leyes y van 4.000 páginas de normativa cada más compleja

Semanas después de que Antonio Brufau e Imaz avisaran a Ribera y al resto de la Unión Europea de que su modelo de transición energética es un fracaso y debe repensarse, el presidente ha insistido en la cuestión. Cree que se está generando un mundo bipolar entre EEUU y China, y Europa está en el medio, pero corre el riesgo de “quedarse en la periferia industrial de una Eurasia dominada por China”. Por ello, cree que Europa debe afrontar nuevas estrategias industriales, ya que aplica políticas de descarbonización muy eurocentristas, que tienen poco en cuenta que los países en desarrollo (donde vive el 70% de la población) tienen otros objetivos prioritarios, y sólo “busca eliminar emisiones si pudiese mañana”, exportando emisiones a otros países más laxos en descarbonización y perdiendo tejido industrial. Y ojo, porque “una sociedad sin industria es una sociedad sin futuro”. Además, debe hacerse con neutralidad tecnológica y teniendo en cuenta el peligro de una nueva dependencia geoestratégica de China (que hace el 80-85% del tratamiento y el refino de los materiales críticos... y la mitad de la energía que usa para ello procede del carbón). Y en relación a la comparación entre EEUU y Europa ha bastado un detalle para ver cómo allí se incentiva más la inversión y hay más seguridad jurídica: la Ley de Reducción de la Inflacción (IRA) tiene unas 300 páginas mientras en la UE hay distintas leyes y van 4.000 páginas de normativa cada más compleja.

 

Los accionistas han aprobado todos los acuerdos propuestos, entre ellos, la renovación de Brufau y de Imaz por otros cuatro años, así como la de otros cinco consejeros (Manuel Manrique, Aránzazu Estefanía Larrañaga, María Teresa García-Mila, Henri Philippe Reichstul y John Robinson West), y el nombramiento de María del Pino Velázquez -en la imagen de la izquierda conversando con Luis Suárez de Lezo) como nueva consejera. Eso sí, ha sido algo llamativo que no se haya mencionado a Luis Suárez de Lezo, quien dejó el Consejo hace un mes, cuando le sustituyó Pablo Banco como secretario general, tras algo más de 18 años en la compañía: se incorporó como consejero el 2 de febrero de 2005 y estuvo al frente del tema jurídico durante años, hasta que dejó esa responsabilidad en manos de Miguel Klingenberg; en 2019 pasó de consejero ejecutivo a externo (con una buena indemnización) y hace un mes dejó la silla de secretario general del Consejo. Es cierto que en ese momento, Repsol dejó constancia de su agradecimiento a Suárez de Lezo por “su extraordinaria contribución” como consejero y por “la magnífica labor” al frente de la secretaría general. Sin embargo, no habría estado de más alguna palabra ante los accionistas también. 

Más de un accionista ha preguntado por la retribución, pero pueden estar bien tranquilos y contentos, porque Repsol destinará el 30% del flujo de operaciones: el dividendo subirá un 11% este año, a 0,70 euros y se complementará con programas de recompra de acciones

Y por cierto, aunque a más de un accionista le preocupaba el tema de la retribución pueden estar bien tranquilos y contentos, porque Repsol destinará el 30% del flujo de operaciones a dicha retribución y el dividendo subirá un 11% este año, a 0,70 euros y se complementará con programas de recompra de acciones. Entre estos accionistas hay un nuevo cliente (entre los 2 millones que ya tiene en electricidad y gas, siendo el cuarto operador de España; y los 6 millones que ya tiene en la aplicación de pago Waylet), aunque le está costando el trámite e Imaz le ha pedido disculpas y le ha señalado que el director de Cliente, Valero Marín, se pondría en contacto con él (y dicho y hecho, porque nada más terminar la Junta, Marín ya ha hablado con él).