En Hispanidad ya hemos dicho, pero no nos importa repetirlo, que la leyenda negra sobre la formidable obra evangelizadora de España en América ha resucitado y ahora somos los españoles -pequeños héroes idiotas- quienes golpeamos el pecho de nuestra madre y proferimos mentecateces -como hace la majadera ojos vacíos de Podemos, doña Ione Belarra- y aseguramos sin rubor que España cometió “un genocidio” en América.

Porque los sacrificios humanos del indio de la imagen tenía un final que muchos olvidan y que otros eluden, aunque no el historiador Marcelo Gullo, en su genial Madre Patria: lo que distinguía al imperio más poderoso de la América precolombina, eran, en efecto, los sacrificios humanos, como los de la viñeta del diseñador gráfico, calígrafo, ilustrador y pintor, Javi Marenas, que, además, solían acabar en canibalismo. El genocida Hernán Cortes fue quien terminó con estas salvajadas que ahora todos los estadistas imbéciles de la actual Hispanoamérica (AMLO, Boric, Petro, Lula, Cristina Kichner, Maduro,...) califican como genocidio cultural, porque el canibalismo es una actividad muy cultural, incluso artística.

Sacrificios

Pero la viñeta aporta algo más actual: “Mira, ahí llega la ultraderecha”. Igualito que el Sanchismo: todo aquel que discrepe de mis bestialidades es un ultra. No necesito ni contra-argumentar. Entre otras cosas porque la barbarie no tiene argumentos. Basta con calificar como ultra a cualquiera que ose llevarme la contraria y hemos terminado, aunque tenga las manos ensangrentadas porque le he sacado el corazón al maromo cuya carne luego devoraré.

Recuerden: contra la necedad generalizada sólo cabe la ironía: “Mira, ha llegado la ultradrecha”.