Pues sí, esto del Año de la Misericordia que el Papa Francisco nos ha traído a los cristianos y al mundo entero por extensión, no es cosa mala, sino que además nos acerca a la realidad entre los hombres que llenamos la Tierra. Este Papa, Francisco, pasará a la historia seguramente por los signos de contradicción que ha provocado entre católicos, cristianos y todo hijo de vecino que le escucha, crea o no crea, juegue o no en el terreno de la cristiandad. Un Papa que levanta las alfombras y saca a vuela pluma temas tabú hasta hoy como son la realidad de los homosexuales, su comportamiento moral personal y el respeto que como hijos de Dios se merecen; el drama que muchos divorciados  pretenden vivir en una segunda vida en el terreno afectivo y como miembros de la Iglesia; la culpa de algunos miembros eclesiásticos -o no- que han cometido faltas morales graves como personas, y más por el cargo que ocupaban cómo clérigos; o la ruptura de protocolos que distanciaban de los hijos al Dulce Cristo en la Tierra -como le gustaba llamar a santa catalina de Siena a los pontífices de todos los tiempos-. Fíjense ustedes que la cosa es fina, y dudo de que existiera una maquiavélica planificación para que el Vaticano quedara bien, y que después de haber tenido un Año de la Fe (2012-13), otro del Amor (2014-15) y uno más de la Esperanza que se convoca como el gran Año de la Misericordia (2016) para que se extienda sobre la faz de la Tierra y sobre todo prenda en el corazón de todos, es una gran gracia para la humanidad entera. Es la razón que hoy les quiera acercar a esta sección de El libro de la semana un par de títulos de reciente cosecha. Cuestión de Amor (Sekotia, 2016) es una obra que sale de las manos de Lina Ortas, la que fue senadora por el AP, luego PP, y que ahora en sus años de madurez traslada su experiencia de vida y sobre todo la experiencia de haber visto como uno de sus hijos moría en sus brazos después de una larga enfermedad por cáncer de pulmón. El libro trata con cariño, con pasión, la Misericordia que todos debiéramos practicar con más celo y asiduidad. Por supuesto el pilar en el que se apoya es en Jesús de la Divina Misericordia al que dedica el último tercio del libro explicando muy bien qué es y qué supone esta gracia de Dios que nos llegó de manos de santa Faustina Kowalska (1931-1938). La primera parte la dirige a la labor de los sacerdotes, su responsabilidad y la necesidad de ser santos y por ende, la obligación que todos debemos profesar al rezar por ellos. La segunda parte trata sobre la enfermedad y muerte de su hijo, sus diálogos y confesiones íntimas de las conversaciones que mantuvieron. Pero sobre todo la Misericordia que deben tener recíprocamente el enfermo y el cuidador. Prueba evidente de que es un libro de corte universal, es que el libro está prologado por don Javier Mora (anterior Rector del Santuario de Torreciudad), Ágatha Ruiz de la Prada (conocida por todos) y Ana Bella y Machuca (Embajadora de El Salvador en España). El nombre de Dios es Misericordia (Planeta testimonio, 2016). Andrea Tornielli escribe este libro después de varias conversaciones con Francisco, donde el Papa se "confiesa" y habla de la extensión (y expansión) de que practicar la Misericordia debe suponer para el ser humano y la trascendencia que supone en los demás de manera inmediata. Es verdad que en el libro no solo se habla de la Misericordia, pero es el objetivo central. El Papa anima a que la misericordia no se viva de puertas para dentro, sino todo lo contrario: la Misericordia se vive en la calle, en la vida de los demás, en el dolor y sobre todo con los que posiblemente no podrán jamás devolverte ese acto callado en la mayoría de las ocasiones. La Misericordia ha sido siempre el eje fundamental de la labor de Jorge Bergoglio y siendo Papa lo ha convertido en el principal objetivo que caracterice a los cristianos, para lo que todos estamos capacitados y nos anima a poner en marcha nuestras "potencias misericordiosas". Hace un esfuerzo en trasladar que la Misericordia no es un acto de limosna, sino que es la sanación de lo físico, lo material y lo espiritual, y que todos estamos necesitados de cura en algún momento de cualquiera de estas situaciones tan normales como extraordinarias. Humberto Pérez-Tomé Román @hptr2013