Recientemente se publicaban en el BOE, los currículos de la asignatura de Religión elaborados por la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura. Este proceso se inició con el Foro «Hacia un currículo de Religión Católica», del que ya se presentó una síntesis.

Entre las conclusiones respecto a dichos currículos, el obispo presidente de la Comisión, Mons. Alfonso Carrasco, obispo de Lugo, subrayaba, entre otros aspectos:

  • Que esta prioridad dada a la persona del alumno nos parece irrenunciable para una comprensión adecuada de la educación, en la que ha de ser posible el reconocimiento de las identidades personales, de la libertad, de la pluralidad de tradiciones y cosmovisiones, así como los aprendizajes necesarios para el diálogo y para la convivencia pacífica”.

Será por esa razón, por ese reconocimiento de las cosmovisiones, de los aprendidajes necesarios para el diálogo y para la convivencia pacífica que la CEE ha considerado necesario incluir entre los contenidos de Religión, el estudio de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

Por poner algún ejemplo de Educación Primaria, el borrador contempla como competencia específica que se debe adquirir la de «descubrir, reconocer y estimar la dimensión socio-emocional expresada en la participación en diferentes estructuras de pertenencia, desarrollando destrezas y actitudes sociales» (competencia 2). Eso sí, se aclara que esa competencia se adquirirá «teniendo en cuenta algunos principios generales de la ética cristiana», y todo ello «para la mejora de la convivencia y la sostenibilidad del planeta». Y en la descripción de la competencia 3 se nos dice que «el proyecto de Dios anunciado en Jesucristo, la fraternidad universal, proporciona un horizonte transcendente que confirma nuestro compromiso con los ODS [Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030] y los DDHH [Derechos Humanos].»

Tal como publica ABC, todas las etapas de educación mencionan los ODS, tal como lo hace la asignatura Valores del Gobierno Sánchez. Por ejemplo, en el caso de Bachillerato, en el mismo apartado de saberes básicos donde también aparecen los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia (DSI), se señala que los alumnos deberán adquirir el «conocimiento y valoración de las diferentes iniciativas mundiales que buscan lanzar proyectos de futuro sostenible, en especial los objetivos de desarrollo sostenible (ODS)», señala el currículo publicado en la página web del BOE. «El proyecto de Dios anunciado en Jesucristo, la fraternidad universal, proporciona un horizonte trascendente que confirma nuestro compromiso con los objetivos de desarrollo sostenible y los derechos humanos», dice el currículo de Primaria. «El currículo no aborda todos los temas que deberían tratarse en clase de Religión Católica y se ha transformado en un híbrido entre Valores Cívicos y Éticos y Religión; ahora las dos asignaturas se parecen mucho entre sí», dice un representante de varios centros educativos de ideario católico.

Y volviendo a la, prioridad dada a la persona, al reconocimiento de las identidades personales, a las que apuntaba Monseñor Carrasco, en Primaria, en alusión a una de las competencias que deben adquirir los alumnos, el currículo dice: «La adquisición paulatina de esta competencia supone haber desarrollado la autonomía e identidad personal; haber adquirido valores y normas de convivencia inclusiva, hábitos de trabajo individual y en equipo; haber desarrollado sus capacidades afectivas en todos los ámbitos de las personalidad; y haber logrado algunos hábitos saludables de vida y de consumo responsable siendo consciente de sus propias necesidades físicas y emocionales». También aparece el cuidado del planeta, muy presente en los currículos del Ejecutivo de Sánchez: «El área de Religión Católica propone los principios y valores del magisterio social de la Iglesia para contribuir al bien común, a la plena realización humana y a la sostenibilidad del planeta». Más adelante, se menciona la «desigualdad entre varones y mujeres» o la importancia de la «ciudadanía global». En Educación Secundaria Obligatoria aparece la «solidaridad intergeneracional»; la «ecodependencia»; la «amistad social» o la «corresponsabilidad intergeneracional».

¿Pretenden pues enseñarles a los escolares, en clase de religión, los Objetivos de Desarrollo Sostenible ( número 3 (salud y bienestar=aborto) y 5 (igualdad de género)), el amor por el planeta,  el feminismo, la 'convivencia inclusiva' y la importancia de "la ciudadanía global"?. La respuesta, ya lo han visto, es sí.

No sólo la Conferencia Episcopal, también los profesores de Religión -en concreto el sindicato APPRECE- propusieron un ‘Currículo Integrado’ de Religión Confesional, en el que todo el alumnado no universitario, desde la Educación Infantil, hasta la finalización de los Bachilleratos, estudien también la Educación en Valores, con la finalidad de formar ciudadanos y ciudadanas responsables, que sean capaces de asumir los nuevos retos y se comprometan activamente en la construcción de un mundo más justo, inclusivo, equitativo e intercultural, en el que todas sus instituciones y organizaciones sirvan a la dignidad de la persona humana como ser espiritual, relacional y abierto a lo trascendente.

Da la sensación de que -tal como publicó Antonio Espíldora- en Religión en Libertad: Cada uno puede tener su propio sistema de valores para interpretar la realidad, todos igualmente válidos. Pero eso queda en el interior de cada uno. No se trataría entonces de conocer la verdad (que, en realidad solo ocasiona problemas de convivencia), sino de apostar por la mejora de la convivencia y la sostenibilidad del planeta. Después, que cada uno le dé el barniz de sus propias creencias o convicciones; eso es lo de menos. A los católicos nos puede ayudar conocer figuras y relatos bíblicos, o mensajes de «Jesús de Nazaret», pero como un añadido, algo opcional. A otros les ayudarán otras cosas; lo importante es que todos vivamos en concordia, aunque para ello tengamos que renunciar a expresar la verdad