En las últimas horas, se han producido en España dos ataques de cristianofobia, además del perpetrado por el yihadista de Algeciras, que asesinó al sacristán Diego Valencia e hirió a otras cuatro personas…

En la Sierra de San Cristóbal, en El Puerto de Santa Maria (Cádiz), una cruz ha sido profanada: en concreto fue cortada y derribada. El suceso tuvo lugar el pasado miércoles, según informa el Diario de Cádiz.

La Asociación España Cristiana --formada por jóvenes católicos-- fue quien erigió la cruz, en mayo del año pasado, en un terreno de titularidad privada y con todos los permisos exigidos por el Ayuntamiento portuense y, "a modo de reparación por cuantas cruces han sido destruidas o derribadas en España, a la vez que reivindicamos los valores cristianos de la sociedad y la unidad nacional en la cruz".

Tras el suceso, la Asociación ha anunciado que levantará una nueva cruz en El Puerto, "más fuerte y más grande, y con los mismos objetivos. Será profanada otra vez, pero volveremos a levantar otra aún más robusta y mayor, y así sucesivamente, cada vez con mayor  ilusión y alegría. Para los cristianos, la alegría no es el resultado de una vida fácil y sin  dificultades, o algo sujeto a los cambios de circunstancias o estado de ánimo, sino  una profunda y constante actitud que nace de la fe en Cristo. Una persona alegre obra el bien, gusta de las cosas buenas y agrada a Dios. En cambio, el triste siempre obra el mal", concluyen, recoge el mismo Diario de Cádiz.

Por otra parte, en Castellón de la Plana, la iglesia parroquial de San Francisco de Asís sufrió en la noche del martes "una grave profanación del Santísimo Sacramento de la Eucaristía". "En el robo fue sustraído el viril con el Santísimo, depositado en el Sagrario", ha informado el Obispado de Castellón-Segorbe en un comunicado.

"Este hecho nos duele profundamente. Se trata de un acto sacrílego contra el mayor tesoro que tenemos los católicos: la Santísima Eucaristía, presencia real y permanente de Jesucristo entre nosotros. Por ello, como Obispo pido a los sacerdotes que en todas las iglesias parroquiales, capillas y templos abiertos al culto se lleven a cabo actos de desagravio y de reparación sea con la celebración de la santa Misa o con la exposición prolongada del Santísimo Sacramento", expone el Obispado de Castellón-Segorbe.

Y añade: "Este suceso nos permite reflexionar sobre lo que supone que el Señor se haya quedado presente entre nosotros bajo las especies eucarísticas. Él no dudó ni un momento en cumplir su promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Si el Señor, a pesar de todos los riesgos y peligros, mantiene hoy su voluntad de permanecer entre nosotros, es una señal inequívoca de que los bienes que se desprenden de su presencia son infinitamente más grandes que los males que se puedan derivar".