La Europa de los 27 confirma que la UE se regirá con el espíritu de gestores, no de gobernantes

¿Cómo puede aprobarse una carta de derechos humanos, o una Constitución, sin referéndum? Es una contradicción en origen  perpetrada a través del Tratado de Lisboa. En pocas palabras, como el Tratado Constitucional de Giscard d'Estaing fracasó en Francia y Holanda, porque los ciudadanos de esos países no tenían nada claro el asunto, ahora los Europa de los 27 aprueba, sin consultar al pueblo, una tratado de Lisboa con Carta de Derechos anexa. En definitiva, aprueba una Constitución sin pasar por las urnas.

Además, el espíritu del Tratado de Lisboa se aleja aún más de una Constitución, es decir, de una carta de derechos individuales, que el ambiguo y equívoco texto de Giscard. Entre otras cosas porque se ha roto el consenso mundial de la postguerra mundial, el mismo que provocó el nacimiento de Naciones Unidas. Ahora, el Nuevo Orden Mundial (NOM) exige que entre los derechos del hombre figuren, por ejemplo, los derechos reproductivos, es decir, el derecho a matar a los no nacidos, que muchos no aceptan. Otro ejemplo: la nivelación de las culturas y filosofías no es aceptado por muchos. El NOM afirma que todas las cosmovisiones, religiones y culturas tienen el mismo valor, pero los franceses no estaban dispuestos a aceptar en la Unión Europea a un régimen fundamentalista islámico, el turco, y por eso votaron no.

Por lo tanto, si no hay acuerdo sobre los derechos humanos, no puede haber constitución de derechos, ergo no puede haber Constitución.   

Ante esta parálisis, la canciller alemana Ángela Merkel y el francés Nicolás Sarkozy, que son los que mandan en Europa... salvo que el Reino Unido imponga veto suspensivo, han decidido hacer un Nuevo Tratado Devaluado... para ir tirando. No se trata de un elenco de derechos, sino de un documento con carta de derechos anexa para ir tirando, donde se reconozca una cierta, sólo cierta, primacía del derecho comunitario sobre el nacional. En definitiva, Merkel y Sarkozy han cambiado el Gobierno por el "gestierno". Es decir, que lo importante no es cómo se hacen las cosas, sino hacerlas. El ‘gestierno' sólo tiene un principio: la eficiencia.