Como es tiempo de reformas, también se habla de reforma electoral. Ahora bien, ¿de qué reforma electoral estamos hablando? Como hay que vender austeridad, PP y PSOE están dispuestos a gastar menos en campañas electorales. Hombre no está mal pero no es para tirar cohetes.

Eso es una chorrada, es fortalecer el oligopolio en tiempos de crisis. Lo que tiene que hacer es romper el actual oligopolio político, y eso no le interesa a ningún partido parlamentario.

Una reforma electoral en condiciones supondría un verdadero vuelco legal. Supondría destruir las barreras de entrada al sistema para que el Parlamento recogiera el pluralismo político realmente existente. Significaría, por supuesto, terminar con la disciplina de voto, las listas cerradas y las circunscripciones electorales. Aún así, también habría que modificar la atención que los medios otorgan a los partidos del arco parlamentario y a ninguno más. Por eso, en España existe un bipartidismo y una serie de partidos nacionalistas y no hay más.

Pero hay otro factor que me parece más grave. Este amago de reforma coincide con esta reforma. En ambientes cristianos son muchos, mayoría, los que consideran que, si echamos a ZP, se recristianizará el país. Hombre no.

Aclaremos la cuestión clave: A pesar de ser el partido de los  trabajadores, un católico no puede votar al PP; tampoco puede votar al PSOE, porque ambos, la progresía de derechas y la progresía de izquierdas, incumple los valores no negociables de Benedicto XVI: vida, familia, libertad de enseñanza y bien común (personalmente, añadiría el principio innegociable de la libertad religiosa, pero prefiero no entrar en polémicas. Ya saben ustedes que, en cuanto se reúnen dos católicos hay tres broncas.

Simplemente insisto: no nos podemos acoger al mal menor precisamente porque hablamos de valores que no se negocian.

Otra cosa es que sea una legión la que piensa que si echamos a ese desastre con patas llamado Zapatero, España se recristianizará, como no se recristianizó durante el Aznarato.

No se trata de votar para ganar, sino para que venza a tu conciencia, que son dos cosas distintas. No se trata de conquistar La Moncloa sino la conciencia personal. Se trata de coherencia. Por tanto, los católicos seguimos a la búsqueda de la alternativa. Y una reforma electoral que se abriera al pluralismo sí sería útil. Pero no es eso lo que negocian PP y PSOE.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com