Sr. Director:

Acabo de leer la nueva Ley sobre reproducción humana asistida y me he quedado estupefacto. He aquí unas cuantas cosas de las que permitirá:

La producción de seres humanos fuera del ámbito de una familia, y sin posibilidad de que conozcan a su padre, a su madre o a ambos.

La fabricación de embriones sin limitación alguna en cuanto a su número, la mayoría de los cuales se congelarán y posteriormente, por su utilidad biológica, podrán exportarse, intercambiarse o venderse, como si de una mercancía se tratase.

La selección eugenésica de los embriones más sanos o de mejores cualidades genéticas, lo que nos equiparará a los nazis al permitir una selección de tipo racista, aunque solo sea a nivel microscópico para que no resulte tan escandaloso.

La clonación humana, que aunque solo se autorizará con fines terapéuticos, no deja de ser una rendija que puede llegar a convertirse en compuerta para la clonación reproductiva, lo que permitirá la selección de los hijos en función del sexo y de las preferencias o caprichos de los padres. ¿Quien podrá poner puertas al campo, con el gran negocio que tal posibilidad permite intuir?

En resumen, esta Ley, cosifica a los embriones, permite a los científicos decidir quien puede vivir y quien ha de morir, supedita los hijos a los padres y contribuye a destruir el sentido de la familia. Por si fuera poco, también autoriza expresamente la producción de quimeras, es decir, híbridos entre personas y animales. Parece que no sólo es propia de quien no cree en Dios, sino de quien pretende suplantarlo.

Federico Gómez Pardo

fredericgomez@agronoms.org