El viaje real a Arabia Saudí, jaleado con entusiasmo por La Zarzuela, que ha marcado las diferencias entre la vista del ex presidente iraní Jatamí, el iraní que se niega a estrecharle la mano a doña Sofía -es una mujer, algo muy grave- y los saudíes, que han recibido con todos los honores a SM la Reina de España, ataviada con un vestido color fucsia, no esconde el trasfondo de las relaciones entre los dos países. En primer lugar, porque en este punto no ha habido cambios de Franco a don Juan Carlos. Ante todo, porque la Familia Real Saudí, que dirige la tiranía religiosa más cruel del mundo, siempre ha sido prestamista de la Familia Real Española, por lo que los lazos, además de hermandad, son crediticios.

Los reyes han acudido al frente de una brida de empresarios que quieren hacer negocio en Arabia. Dos razones clave para que nunca jamás, ni con el anterior régimen ni con UCD, ni con el felipismo, ni con el PP, España haya intervenido ante el régimen de Ryad para denunciar las gravísimas violaciones (con penas de tortura y muerte) que se suceden en Arabia Saudí contra los cristianos. De hecho, a la Zarzuela no le convendría.