Sr. Director:
Afortunadamente van apareciendo en Cataluña comerciantes que, pese a la intimidación del mundo nacionalista, se atreven a decir no a las imposiciones lingüísticas y defender algo tan sencillo como su libertad de elegir en su ámbito privado, dentro de su propia tienda, si ponen "fincas" o "finques".

 

Estas multas lingüísticas de Cataluña son insólitas en el derecho a nivel internacional en el ámbito de libertad de empresa y comercio. En ningún otro territorio de todo el mundo -en ninguno- se multa a un ciudadano que tiene el rótulo de su tienda escrito en una lengua oficial, como es el caso del español en Cataluña. 

Tantas presiones, multas y sanciones contra la libertad de las personas están convirtiendo a Cataluña en número uno mundial en intolerancia lingüística. 

José Martínez Tortosa