Eso sí, reconoce que se socializan las pérdidas. Liberbank en la misma tesitura que todos los procesos: no encuentra inversores

 

Al final, la reforma financiera saldrá por un ojo de la cara. La CECA no debe desaparecer, la Obra Social tampoco.

El presidente de Liberbank, Manuel Menéndez, desayunaba este jueves con la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE). Su opinión como responsable de la entidad que agrupa a Cajastur, Caja de Extremadura y Caja Cantabria (SIP propietaria de CCM) es importante en un momento de cambios en el sistema financiero.Por ejemplo, en lo que respecta a la creación de un banco malo, donde Menéndez se mostró prudente al reconocer que no es la vía de solución de todos los problemas, pero sí arreglaría algunos.

En el lado positivo, la creación de un banco tóxico contribuiría a la identificación de activos y la clarificación de los balances, un ejercicio que disminuiría la incertidumbre con respecto al sistema. Menéndez admite que una estructura similar generaría dificultades para el Estado, pero éste debe valorar si tal inversión de dinero público puede tener efecto positivo sobre la economía, es decir, si los retornos son satisfactorios para todos.

Mientras, Liberbank continúa con la siguiente fase de su propio proceso: la búsqueda de capital. En este sentido, Menéndez señaló que lo lógico en estos momentos es buscar un inversor institucional antes de salir a bolsa. El presidente de la entidad destacó el mal momento que viven los mercados, por lo que la salida al parquet no debe correr prisa. Ahora bien, la búsqueda de inversores tales como fondos tampoco vive su mejor momento.

En todo caso, Menéndez entiende la creación de la SIP como una herramienta mercantil por la que las cajas podrán acceder a los mercados de capitales en las mismas condiciones que los bancos, pero sin ser del todo bancos. Es decir, la patronal de cajas no debe desaparecer porque ofrece un servicio útil para las entidades que simplemente tendrá que adaptarse a la nueva situación. Menéndez tampoco quiere que las cajas pierdan su idiosincrasia, que especialmente se manifiesta en la existencia de una obra social que debe permanecer. Su opinión coincide a priori con la de otros cajeros, pero queda la duda sobre si podrá mantenerse esa filosofía cuando los accionistas e inversores ejerzan presión sobre el dividendo. Al fin y al cabo, al fondo de capital le interesa la rentabilidad que pueda ofrecer a sus socios, y ésta no se mide precisamente por los proyectos sociales llevados a cabo.

Rodrigo Martín

rodrigo@hispanidad.com