Más de un autónomo (3 millones en España) se ha quedado de piedra al escuchar el informe del Comité de sabios (¡cuántos sabios hay en España!) que, en pocas palabras, propone la equiparación de los trabajadores autónomos a los del régimen general de la Seguridad Social. Y es que una de las razones por las que la gente asume la aventura de convertirse en autónomos es el actual proceso de cotizaciones crecientes y pensiones menguantes. Así, el autónomo prefiere pagar su seguridad social mínima (en España, a día de hoy, poco más de 200 euros al mes) y a cambio recibir menos prestaciones como se sabe, el autónomo no puede coger la gripe, tampoco la aviar- y una jubilación de miseria.

Por tanto, la equiparación de los autónomos con los trabajadores por cuenta ajena del Régimen General no es una buena noticia para los autónomos: es la peor de las noticias. Eso sí, es bueno para el Estado, al que sólo le preocupa el corto plazo y que sabe perfectamente que las pensiones futuras, las de los autoempleadores y la de los trabajadores por cuenta ajena, especialmente las de estos últimos, están llamadas a bajar, al menos en términos relativos, es decir, en sus justos términos.

Si esta es la gran reforma que el Gobierno Zapatero prometió para los autónomos, casi mejor quedarse como hasta ahora.