Tengo una idea para el juez Baltasar Garzón: propongo que se traslade el féretro del anterior jefe del Estado -el de la última contienda civil- a la Audiencia Nacional, y así, el juez Garzón podrá juzgarle por crímenes contra la humanidad y, muy probablemente, genocidio.

Lo del genocidio es importante. Asimismo, puestos a exhumar, deben encontrarse presentes, introducidos en sus correspondientes vitrinas, los huesos de los generales y ministros de la Ominosa. Y allí, en público, con luz y taquígrafos, y con Garzón oficiando de gran sacerdote, condenarles -bueno, primero juzgarles- por crimen contra la humanidad. En el caso de Franco también se podría enviar a Alcalá Meco su tumba, para cumplir una condena larga, larguísima, perpetua. Bueno, por lo menos hasta que se le conceda a Florentino Pérez la construcción de la nueva cárcel de Alcalá Meco, pongamos en el 2075.

Claro que como los crímenes contra la humanidad no prescriben, sospecho que Garzón se vería obligado a convocar a los huesos del general Narváez -aquel que, en su lecho de muerte, no podía perdonar a sus enemigos porque los había fusilado a todos- a Fernando VII, tatarabuelo de SM el Rey, un tirano de mucho cuidado que abandonó la senda constitucional, arquetipo del absolutismo más penoso; al caballo de Pavía, que debe andar por alguna fosa oculta pero que, con las modernas técnicas algún resto nos encontraremos, si no se utilizaron para el Avecrem. Y, de ahí hacia atrás, Garzón debería convocar las osamentas de los Reyes Católicos -culpables de la expulsión de los judíos y, encima, católicos recalcitrantes; don Pelayo, enemigo jurado de la Alianza de Civilizaciones y culpable de la rebelión contra el muy legal orden establecido por los mahometanos, amén de Viriato un ultra empeñado en infringir el orden romano establecido aunque fuera a agolpe de pilum y de Derecho Romano, que no es el derecho favorito de Garzón pero da lo mismo. Viriato tendrá que demostrar su progresismo anti-imperialista, en cuyo caso su osamenta, si es que la encuentran los sabuesos de Garzón sería objeto de un homenaje en Moncloa, o ser condenado por Garzón.

Para mí, y supongo que don Baltasar consensuará conmigo, todos ellos son unos genocidas de mucho cuidado. Y recuerden: no importa que la Audiencia Nacional se convierta en un osario, porque los crímenes contra la humanidad no prescriben.

De cualquier forma, da que pensar que don Baltasar siempre arremeta, o bien contra difuntos o bien contra dictadores privados de sus galones, como el caso de Augusto Pinochet. Vamos, que es un prodigio en esto de pisarle el rabo al león después de muerto. Por el momento, no le veo llamar al banquillo a ningún dictador en ejercicio, quizás porque la mayoría de los tiranos en ejercicio son garzonianos, o sea muy progresistas. Al final, no se sabe si estamos hablando de justicia, de venganza, o de la venganza de los jueces, que es cosa aún más peligrosa que la del Gobierno de los jueces.   

Un tipo corajudo, este Garzón, quien, si no fuera por miedo, sería la novia en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro. Bueno, y el juez severísimo de don Pelayo, como digo, un genocida.

Claro que Franco murió el 20 de noviembre de 1975... ¿O no?  

Eulogio López

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