La obra de teatro, por decir algo, blasfema que la ministra González-Sinde paga con nuestro dinero es una muestra de la persecución a la Iglesia al estilo occidental, es decir, disfrazada de libertad.

Como vivimos en democracia y la tolerancia impera, la pornográfica obra ubicada en el Calvario advierte a los posibles espectadores que puede herir su sensibilidad religiosa. La verdad es que los protagonistas no parecen haber redactado el cartel, dado que si realmente creyera que puede herir sensibilidades, no susceptibilidades, no lo habrían montado. Pero como lo que pretenden es fastidiar, es decir, herir sensibilidades, entonces aceptan la contradicción del cartelito.

En cualquier caso, no nos engañemos: a Dios o se le ama o se le odia, con Él nadie queda indiferente y ya sabemos en qué bando está la ministra Sinde.

Blasfeme usted, señora ministra, con la mano metida en los bolsillos de los católicos pero, al menos, sin pitorreo.

Se me ha ocurrido una idea: voy a colocar un cartel en la puerta del Ministerio de Cultura, cerquita de su despacho, donde se lea: La ministra Sinde es una sinvergüenza. Pero, eso sí, vendrá acompañado por otro letrero que asegure: El cartel superior puede herir la susceptibilidad de quienes consideren que la ministra Sinde es buena gente, persona honrada y gobernante capaz.

Por cierto, ¿el Centro Dramático Nacional pondría en escena un picnic en la Meca? 

Eulogio López

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