Como la misma agencia Notivida ha aclarado en muchas ocasiones, Río Negro se ha convertido en el centro emisor de abortismo en la Argentina de Néstor Kirchner. Ya se sabe que cuando el Imperio de la muerte no consigue que los gobiernos democráticos inclinen la cerviz ante sus dictados recurre a dos vías: o legalizar y promocionar el homicidio del más débil ante los tribunales de justicia o ante instancias políticas inferiores pero igualmente efectivas: es decir, las regiones o autonomías. Colombia figura en el primer caso; Argentina en el segundo.

Y no es sólo que el lobby abortista internacional esté apoyado por personalidades políticas y por millonarios de todo el mundo, y especialmente por el entramado de Naciones Unidas. El asunto va más allá: es que si no te integras en el progresismo fúnebre, es decir, en el lobby abortista, no podrás entrar en el gotha de la economía, sobre todo, de la alta política. El Imperio de la muerte ha conseguido el consenso, algo mucho más peligroso que la conspiración: para ser poderoso en el siglo XXI se te exige que abandones a los no nacidos a su suerte. Ese es el precio.

Enfrente, la iglesia resiste y acabará ganando la batalla. No es que la Iglesia esté sola en la defensa del no nacido : es que es la única institución que no busca aumentar su poder, en todo caso su influencia. No es que la Iglesia se haya quedado en el extremo radical: está donde siempre, en el centro moderado, pero con la radicalidad de la verdad. Lo que ocurre es que si a todo aspirante a presidente del Gobierno o a todo aspirante al Foro de Davos o de Portoalegre que son los dos extremos de un mismo péndulo y los dos gozan de increíble poder- se les obliga a abjurar de la idea, no podemos sino vivir un enfrentamiento entre la Iglesia y el Mundo, como ha ocurrido desde la redención hasta aquí. Por tanto, conviene no confundir los términos. Especialmente, si consideramos que la eterna batalla de la Iglesia contra el Mundo es una sucesión de derrotas (de la Iglesia) hasta la victoria final (de la Iglesia). El mundo es combatiente y cronista de la batalla, y lógicamente siempre la escribe en su favor.

En cualquier caso, la postura de los obispos de Río Negro vuelven a poner de manifiesto otra las técnicas de la llamada cultura de la muerte (de cultura nada: imperio y muy maligno): ¿Ven cómo la Iglesia es radical y anacrónica? Ni tan siquiera admiten la píldora del día después, ni ningún otro método anticonceptivo.

Desde luego que no lo admiten. En primer lugar porque al Cristianismo lo que le gusta es la concepción, que da lugar a la vida, a nuevos hijos de Dios, no la anticoncepción, que como su mismo nombre indica (esta es una batalla semántica perdida por el Imperio de la Muerte) es un muro anti. En segundo lugar porque la Iglesia defiende desde hace mucho tiempo la misma postura que defiende la ciencia aunque no la defiendan algunos científicos enloquecidos- que con cada concepción hay una identidad genética nueva. Por tanto, la Iglesia está obligada a recordar que el aborto es un asesinato como también lo es la manipulación genética de embriones, la píldora abortiva, la Píldora del Día Después o los anticonceptivos vigentes hoy en el mercado (estos, dependiendo, especialmente, de las dosis que se apliquen: cuanto más se asegura la no concepción, más se posibilita que la píldora actúe como un abortivo).

Por lo demás, ¡qué obsesión la del Imperio la muerte con Hispanoamérica! Obsesión muy lógica: uno de cada dos miembros de la Iglesia católica romana, habla castellano : ¿Comprenden?

Eulogio López