Libres para vivir. Amar la vida hasta el final. Estos son los eslóganes publicitarios de un grupo de asociaciones italianas pro vida a través de los cuales convocaron a la movilización de todo el país.

 

Con el lema de esta acción se lanza un sí a la vida, a la medicina paliativa, a la humanización y perfeccionar la asistencia a los enfermos, rechazando la eutanasia, la agresión terapéutica y el abandono de los frágiles.

La posibilidad de alzar la mano contra uno mismo, de renunciar a vivir, ha existido siempre en la historia de la humanidad, se lee en la campaña. El comunicado finaliza recordando que la vida es un don de Dios y que no se puede teorizar con la muerte como un derecho de la libertad.

Tenía nueve meses y padecía un extraño desorden metabólico, lo que le había causado daños cerebrales y graves problemas respiratorios. Falleció al retirársele la respiración asistida, después de una sentencia judicial. Los padres negaban que el sufrimiento del bebé fuera insoportable, pues incluso las enfermeras detectaron momentos en los que el pequeño expresaba satisfacción y sonreía.

Estamos convencidos, y siempre lo estaremos, de que a pesar de sus desesperados problemas su vida es valiosa y merece ser preservada tanto como sea posible hacerlo sin causarle indebido dolor, indicaron sus padres.

Por el contrario, una clínica suiza acepta todos los pacientes que deseen dejar de existir. El chiringuito de la muerte lleva ejecutados cerca de los mil enfermos. Turismo para el suicidio. Un matrimonio británico, Peter y Penny, de 80 y 70 años respectivamente, y ambos con cáncer terminal, viajaron hasta Zurich para ser auxiliados en su deseo de poner fin a su vida. Fallecieron tras ingerir sendas dosis de barbitúricos en la clínica de la muerte.

Por otra parte la experiencia de Marie Hennezel, Jamás las familias han encontrado inútil o absurdo este tiempo. Se turnaban a la cabecera del enfermo terminal, en este último ritual de oblación que da sentido a los momentos finales. La psicóloga francesa atestigua que este dejar morir es diferente de la eutanasia. Permitíamos a una persona que, al final de sus sufrimientos, partir dulcemente y no brutalmente, como ocurre cuando se administra una inyección letal.

Clemente Ferrer

clementeferrer3@gmail.com