Ya informamos que la vicepresidenta De la Vega había expresado un giro copernicano en la política gubernamental en relación a la energía nuclear.

El Gobierno había aceptado la moratoria nuclear y se mostraba contrario a la apertura de nuevas centrales, aunque era partidario de alargar el periodo de vida de las actuales centrales. Era una forma de apoyar por debajo de la mesa la energía nuclear sin asumir coste político de los movimientos medioambientalistas. Pero era una forma de garantizar el suministro con una energía no emisora de Co2 que permitiera cumplir mínimamente con los compromisos de Kyoto.

Pues bien, llega De la Vega y anuncia el cierre de Garona como se había hecho con Zorita, dando marcha atrás a la estrategia gubernamental. Y Zapatero insiste en lo mismo afirmando que el problema de los residuos está sin resolver y que por lo tanto mantienen la moratoria nuclear incluido en su programa. Eso sí, se permite un guiño a Industria afirmando que para el programa del 2008 ya se estudiará. De momento, ¿nucleares?, no gracias.