El culebrón de la OPA sobre Endesa, que ahora llega a su fin, ha dejado a las claras cuál es el gran problema de España, que podemos resumir de manera sucinta: la eterna división entre españoles es aprovechada por terceros para tomarnos el pelo con gran entusiasmo. Al final, la alemana E.ON se quedará con la principal eléctrica española, Endesa, y, encima, a un precio tirado. Todo ello porque el Sr. Zapatero se ha rendido ante Merkel, ahora sabemos lo que pintamos en Europa.

El balance es el siguiente: el Gobierno de izquierdas ha pretendido cargarse a un empresario que no le era cómodo y darle un premio al nacionalismo catalán. Para ello ha convertido a los organismos reguladores en el hazmerreír de todo el país. La prueba del nueve es la siguiente: A estas alturas ¿hay alguien en España o en cualquier otro lugar de Europa, que crea en la rectitud de intención del Ministerio de Industria, la Comisión Nacional de la Energía o la Comisión Nacional del Mercado de Valores?

Por su parte, la derecha ha hecho el ridículo más espantoso. Su actitud ha sido tan cainita como la de la izquierda. Al grito de antes un alemán que un catalán se han empeñado en rajar el patriotismo que pregonan: la oferta de Gas Natural no era mala porque fuera rácana que lo era- sino porque la lanzaba una empresa con sede en Barcelona.

En Hispanidad dejamos clara desde el principio nuestra postura: la OPA de GN sobre Endesa era una gran idea con dos defectos: era tacaña y procedía a trocear Endesa a favor de Iberdrola. Lo que había que hacer, por tanto, no era destrozar la OPA, sino mejorarla, porque tan española es una empresa con sede en Barcelona como otra con sede en Madrid, y porque la integración de hidrocarburos y electricidad no será una elección, sino una imposición del mercado y de la tecnología. Ni a la izquierda ni a la derecha le preocupaba la soberanía energética de España, lo que le preocupaba era la utilización política de las cúpulas empresariales.

Y lo más cachondeable de todo esto es que la OPA de GN repetía milimétricamente el esquema de E.ON: una vez que se decreta la liberalización energética en Europa, todos los países fusionan aceleradamente sus compañías para lograr al menos una con masa crítica suficiente para competir en Europa. Eso es E.ON, y eso es lo que no le han permitido ser al proyecto GN-Endesa.

O sea, el problema de España: lo nuestro es la guerra civil.

Eulogio López