La Caixa afloraría como el primer accionista de la compañía, con más del 10% de la primera compañía industrial española. Ricardo Fornesa sería el presidente, Pizarro, vicepresidente y Antonio Brufau, consejero delegado. La alternativa de Endesa sería Iberdrola, pero al Ejecutivo le sería fácil interponer el veto por razones de competencia. Montilla asegura que una operación así aseguraría una empresa energética española. Iberdrola tendría que buscar alianzas internacionales.

La operación estaba diseñada desde el pasado verano, no mucho después de que los ministros ocuparan sus asientos en el Consejo. Su padrino es el ministro de Industria, José Montilla, enamorado de la idea de contar con una empresa energética integral, radicada en Cataluña y con un socio de referencia catalán: La Caixa.

Ya en su día salió la posible fusión entre Gas Natural, Endesa y Agbar, antes de que Cortina dejara de ser presidente de Repsol YPF. Ahora se replantea, pero esta vez con Repsol y desde Repsol, que es la empresa más capitalizada de todas las que participarían en la operación.

Hasta el momento, en el Ministerio de Industria afirmaban que para lanzar este órdago había que esperar a los cambios en la actual Comisión Nacional de la Energía (CNE) y se hubiera decidido el nuevo marco legal eléctrico. Pues bien, Montilla sorprendía a todos con el anuncio del nombramiento del aragonés Alberto Lafuente (quien ya fuera secretario general de Energía con Felipe González) como presidente de la CNE en sustitución a Pedro Meroño. Por cierto, quien sopló a Montilla el nombre de la fuente fue la vicepresidenta primera Teresa Fernández de la Vega. No es que doña Teresa disponga de una gran lista de gestores disponibles. Es que, a su vez, a ella se lo había soplado su ex jefe, el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch.

Pero es que, además, el secretario de Estado de Hacienda, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), el mejor vendedor de la política económica de Zapatero, anunciaba que el nuevo marco legal energético se adelantaba, y que probablemente podría estar en marcha en este mismo mes de febrero. En otras palabras, se cumplen las condiciones para lanzar la operación Repsol.

Montilla, que entiende más de organigramas que de energía, ya tiene hecho el suy Ricardo Fornesa sería el presidente, Manuel Pizarro, el vicepresidente y Antonio Brufau, el consejero delegado. Naturalmente, quien pierde en este trance es, por supuesto, Pizarro y Endesa.

La alternativa de la primera eléctrica de España consistiría en unirse a Iberdrola, en una reviviscencia del pacto anterior, pero el PSOE puede vetarlo, porque, si de sector eléctrico hablamos, la suma de Endesa e Iberdrola controla casi el 80% del mercado, por lo que atentaría contra la libre competencia. Lo cierto es que el Gobierno Zapatero persigue a Manuel Pizarro, no por ningún problema de mala gestión, sino porque se le considera próximo al Partido Popular, pero lo curioso es que, para vetarle una fusión con Iberdrola, podría utilizar la normativa... del Gobierno Aznar, y en concreto el famoso decreto liberalizador de junio de 2000.

Al mismo tiempo, si la nueva andanada del Gobierno socialista contra la empresa privada se sale con la suya, Iberdrola se quedaría sola. Crear una gran segunda empresa energética con Iberdrola, Cepsa y Fenosa choca con un problema nada desdeñable: Emilio Botín está empeñado en vender Cepsa y, probablemente, también Fenosa. Su idea es vender Cepsa a los franceses de Total y quedarse con un 5% del capital. Así, a Iberdrola le quedan las alianzas internacionales. Pero en ese terreno nunca puedes saber si juegas el papel de absorbente o de absorbido.

Por lo demás, en Industria creen en la españolidad de las empresas estratégicas,  pero no dejan de repetir que hay que dar respuesta al problema territorial. Lo que, traducido al román paladino, significa que no hacen ascos a dos grandes empresas, una participada por La Caixa y otra por la tercera caja de ahorros vasca, la BBK, y por el BBVA vasquizado (si es que el PSOE logra echar a FG, claro está, que esa es otra). Al final, en Industria venden la operación advirtiendo que si las cajas de ahorros forman el disco duro, se asegura la precitada españolidad de las empresas. 

¿Y qué pinta Agbar en todo esto? Pues mucho, porque no hay que olvidar que Fornesa continúa siendo el presidente de Agbar, y que todos los días aparece, incluso antes de acudir a su despacho en La Caixa, por la sede central de Aguas de Barcelona. Como presidente de La Caixa le quedan 3 años, pero como presidente de Agbar le pueden quedar muchos más.