Ray Loriga no es un cineasta, es mucho más: es un intelectual, y algunos sospechan que se encuentra a un pelo de ascender al escalafón de creador, o sea, el acabose de la repera. Quiero decir que no deben ustedes contemplarle como un mero director de cine, un artesano dedicado a contar historias. Eso es propio de juglares, de novelistas del pasado y cineastas del siglo XX, que no sé si lo saben, pro ha sido totalmente superado. Lo de Ray es una continua investigación de la forma y de la comunicación humana.

Por ejemplo, para que luego digan los católicos, Loriga ha decido rodar una película sobre Santa Teresa, una mujer muy divertida pero, a lo que se ve, a las mentes impresionables por ejemplo, a las sensibilidades artísticas, lo que más les mola, violentamente, mórbidamente, es la cosa de los éxtasis.

De pequeño conocí a un catequista que siempre nos decía lo mismo : y si alguna vez, muchachos, entráis en la Iglesia y veis a alguno levitando, le pegáis una leche y lo bajáis al suelo. No necesito decirles que en aquel momento, mi catequista me pareció vulgar, grosero, y dotado de escasa sensibilidad artística.

El caso es que Loriga está rodando la vida de Santa Teresa de Jesús, y tras profundas investigaciones, ha llegado a la conclusión de que la santa de Ávila, doctora de la iglesia, y una señora con un puñetero sentido común, no tenía éxtasis, sino calentones sexuales, producto -a que no lo adivinan- una ausencia de fornicio en tiempo y forma. Está clarísimo, si la Santa terminaba varios centímetros por encima del suelo, era debido a que su déficit de refocile. O sea, que si tomas mucho bromuro entras en levitación y al final acaba contratándote Iberia para vuelos de corto alcance.

Y todo ello recuerda al chiste del anciano que le cuenta a su comparsa de partida:

-¿Recuerdas aquello que nos hacían tomar en la mili para que no se nos empinara? Creo que se llamaba bromuro. Pues ¿sabes qué? creo que me empieza a hacer efecto.

Ni que decir tiene que la investigación de Loriga supone un gran avance. Hasta ahora, la progresía se había conformado con el estupenda investigación de un cátedro de la Universidad de Alcalá, tierra de escritores, como es sabido, para quien los éxtasis de Santa Teresa eran ataques epilépticos, de lo que se deduce, en primer lugar, que la santa doctora debía tener una salud de hierro, porque hubo temporadas que sufría arrobamientos todos los días. Por otra parte, aún no se ha descubierto por qué quienes viven arrobamientos místicos, o visión directa de Dios, vuelven tan contentos y ya no desean, como Santo Tomás de Aquino, sino morirse, lo que supone una reacción bien distinta a la de los epilépticos. Es igual, Ray Loriga encontrará cómo casar ambos fenómenos, a mayor gloria de la investigación creativa.

El amigo y coetáneo de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, también sufrió del mismo mal. Yo he oído a un senador español de Izquierda Unida, explicarme cómo las poesías de San Juan de la Cruz no eran sino alegorías sexuales, lo que, según él, quedaba meridianamente claro

Pero, al parecer, a Loriga le van más las ninfómanas que el rollo gay, también conocido como Brown revolution, y ha pintado una Teresa reprimida y rijosa.

Para su película, cuyo rodaje aún no ha concluido pero, como quien dice, ya tenemos las piezas fundamentales, Loriga ha elegido a la actriz Paz Vega, que evoca a Santa Teresa de Jesús tanto como yo a Teresa de Calcuta o a Albert Einstein, por ejemplo. Ahora bien, hablo y me corrijo, todo aun tiempo, dado que si consideramos la visión de Santa Teresa del amigo Ray, seguramente la Vega no es mal personaje.

Este tipo de investigación creativa, de experimentación histórica, que siempre acaba, vaya usted a saber por qué, en la entrepierna, ha sido recogida por el obispo de Tarazona, Demetrio Fernández, que, como devoto de la santa, está ligeramente molesto por la actitud de Ray Loriga. Y entre las muchas cosas sensatas que ha dicho su Ilustrísima, quiero destacar una: Lo curioso es que quienes hacen estas propuestas descabelladas, suelen acusar a la Iglesia de estar obsesionada con el sexo, de predicar solamente el sexto mandamiento, y resulta que ellos ven sexo pro todas partes, ven sexo hasta donde no lo hay ¿En qué estarías pensando, Ray, príncipe?

Porque esta es la cosa. Si hay alguien obsesionado con el sexo ese es el progresismo. Los pobres parecen tener la cabeza llena de semen. Necesitan mucho bromuro para que comience a hacerles efecto en cuanto lleguen al asilo.

Después de todo, es lógico. Admitir que Santa Teresa tuvo éxtasis, aunque toda la documentación histórica y literaria así lo certifique, sería tanto como reconocer que alguien estaba detrás de esos éxtasis. Y claro, eso no pede admitirse. Pero lo de la epilepsia resultaba menos alarmante que lo del sexo.

Por otra parte, me encanta el empeño de algunos para explicar los milagros prescindiendo de la intervención divina. Sus teorías exigen mucha más fe, y fe totalmente irracional, que la sucinta explicación de la Iglesia para este tipo de fenómenos: Dios existe, Dios puede mostrarse al hombre pues va y lo hace.

Eulogio López