Al juez Fernando Ferrín Calamita le piden 100.000 euros, no porque a los ministerios de Justicia y Hacienda les interesen esos 100.000 euros, sino porque al Zapaterismo le interesa aniquilar a quien se atrevió a desafiar el sistema por ser coherente con sus principios y, ojo, con la ley. Sí, también con la ley. Nos encontramos ante la trampa de los nuevos derechos: la ley asegura que dos lesbianas pueden adoptar a una niña. Vale, pero eso no anula estamos hablando de algo tan frágil como es la infancia- que el juez pida un peritaje sobre cada caso concreto. Lo legal no tiene por qué ser bueno y desde luego, no tiene por qué ser lo mejor, sólo es lo permitido.

De ahí, la saña con la que desde un comienzo el PSOE ojo, y el PP- se han esforzado, no ya en cesar a Ferrín como juez de familia sino en aniquilarle profesionalmente y en convertirlo en escarmiento para el futuro. Porque al preguntar, como era su deber, si es bueno que una criatura sea educada por dos lesbianas, el juez ponía en solfa no la ley ésta sólo la aplicaba-, sino el trasfondo de la cuestión. Es algo similar a los equívocos habituales respecto a la homosexualidad. La sodomía no es una patología, aunque como toda degeneración moral termine en patología psíquica y física- es una inmoralidad. Y como el hombre es un animal racional y libre, resulta que no puede anteponer la ley física ni la ley inmoral sin pagar las consecuencias. Recordando el ejemplo clásico, soy libre de desafiar la ley de la gravedad tirándome por un barranco, pero no soy libre para evitar las consecuencias, o sea, romperme la crisma. Con la ley moral, por mucho que algunos insistan en su relatividad, ocurre lo mismo: es tan absoluta e inequívoca que violentarla hace del hombre un infeliz. Puedes orillar la ley, pero no sus consecuencias.

No, lo malo no es el matrimonio homosexual o la posibilidad de adopción de niños por gays. Lo malo es la homosexualidad en sí, por contraria a la naturaleza y a la ley moral. Y quien vulnera la norma moral no tendrá que rendir cuentas ante los tribunales, pero sí ante el Creador, ante los demás...y ante sí mismo.

De donde se deduce, también, que lo malo no es el homomonio sino la homosexualidad en sí misma, una perversión. De nada sirve la postura tibia mantenida por tantos sobre la promulgación de parejas de hecho. Las parejas de hecho no necesitan derechos, no necesitan regulación alguna, precisamente por que son de hecho y, cuando son homosexuales, su ayuntamiento no ofrece hijos a la sociedad.

Ferrín se atrevió a cuestionar la aberración oficial y por eso no basta con vencerle: hay que matarle. Y si ahora abandonamos al coherente, en el futuro no nos quedarán coherentes a los que abandonar, porque todos habrán desaparecido en la selva de lo políticamente correcto.

Si el Ministerio de Justicia pide a 100.000 euros a Fernando Ferrín, rasquémonos el bolsillo: Pues Ferrín los tendrá y seguirá en la batalla cultural, la única batalla romántica que queda en el siglo XXI.

Por lo demás, esta nueva cuestación será un buen momento para distinguir a aquéllos que están dispuestos a dar su vida por Dios, pero no la cartera.

¡Nos veremos en las barricadas, amigo!

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Eulogio López

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