En pleno periodo electoral, los sindicatos UGT y CCOO exigían que la empresa Acerinox les elevara el sueldo más del cien por cien (medido sobre masa salarial). Naturalmente, la empresa se negó. Los sindicatos convocaron huelga salvaje, con piquetes violentos a la entrada de la factoría del Campo de Gibraltar, fábrica clave en una de las zonas más deprimidas de España. Estamos hablando de una de las plantillas mejor pagadas de la industria española.

 

Pues bien, en cuanto llegaron las elecciones se desconvocó la huelga. En la mañana del miércoles 5, los sindicatos han firmado un convenio por cuatro años (nada menos) con un incremento total (insistimos, en cuatro años) del 10-12%, y con una reducción de ocho horas por año trabajado.

 

Eso sí, los sindicatos no pelean ni por un salario mínimo digno, ni por cerrar las empresas de trabajo temporal, ni por reducir la subcontratación. Ese no es su público. Además, pelear por los trabajadores más marginados (que no marginales) no produce ningún rédito político: una huelga en el Campo de Gibraltar, en una de las dos grandes empresas de la zona, sí. Cándido Méndez y José María Fidalgo, especialmente el primero, se lo saben muy requetebién.