La epilepsia es una enfermedad crónica del sistema nervioso central en la que la actividad eléctrica de las neuronas cerebrales se altera a causa de una actividad eléctrica anormal en el cerebro.

Hay diferentes tipos de epilepsia y los síntomas pueden variar mucho de una persona a otra. Algunas pueden tener sacudidas musculares o convulsiones leves que sólo duran unos pocos segundos, mientras que otras sufren convulsiones que duran varios minutos, pérdida de conciencia o sacudidas generalizadas.

Puede afectar a cualquier persona y a cualquier edad, pero es más frecuente que aparezca en la infancia y en la senectud.

65 millones de personas

Según la Liga Mundial contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés) hay más de 65 millones de personas que sufren esta patología neuronal en el mundo, de las cuales 6 millones viven en Europa y casi medio millón en España. Sus causas son muy diversas, la mayoría de las veces de origen genético y estructural, aunque en ocasiones obedece a lesiones identificadas en el cerebro, como ictus, tumores o malformaciones.

Hay diferentes tipos de epilepsia y los síntomas pueden variar mucho de una persona a otra

“Aunque la epilepsia no tiene cura, muchas personas con esta afección pueden controlar sus síntomas con éxito si se ajustan al tratamiento adecuado. Por eso es importante que las personas con epilepsia reciban atención médica adecuada y apoyo para manejar su condición y llevar una vida plena y activa”, advierten las doctoras Asunción de la Morena y Anabel Puente, neurólogas del Hospital Universitario La Luz, del Grupo Quirónsalud.

Cuando el afectado sufre crisis notorias y las convulsiones son claramente observables, la atención médica puede prestarse con rapidez y eficacia, pero en otro tipo de crisis las manifestaciones clínicas son menos evidentes, y diferentes estudios han demostrado que un retraso en el diagnóstico de algunos tipos de crisis epilépticas complica mucho la situación.

“Está acreditado que el setenta por ciento de los pacientes consiguen una calidad de vida óptima y sin crisis con medicación si se realiza un adecuado diagnóstico y se les proporciona una medicación controlada”, insisten las profesionales del Hospital Universitario La Luz.

Según la Liga Mundial contra la Epilepsia (ILAE, por sus siglas en inglés) hay más de 65 millones de personas que sufren esta patología neuronal en el mundo

Diagnóstico y tratamiento

El diagnóstico de la epilepsia implica una evaluación cuidadosa de los síntomas y la realización de pruebas de diagnóstico, como un electroencefalograma (EEG) y una resonancia magnética (MRI) del cerebro. El tratamiento de la epilepsia puede implicar, según su gravedad o características, bien la toma de medicamentos antiepilépticos para controlar las convulsiones, bien la cirugía para extirpar la parte del cerebro que causa las convulsiones o la estimulación cerebral profunda.

De hecho, la gran variabilidad clínica que presenta esta enfermedad hace imprescindible realizar un correcto diagnóstico que permita ofrecer al paciente el mejor tratamiento posible, lo que ha motivado a estas dos especialistas del Hospital Universitario La Luz a desarrollar un programa específico para el tratamiento de la epilepsia.

Según explican estas neurólogas, el electroencefalograma (EEG) es la prueba diagnóstica que ha demostrado mayor utilidad en la categorización de las crisis, aunque, para aumentar la eficacia diagnóstica, se realizan también estudios de mayor duración, llamados video-polisomnografías.

Aunque la epilepsia no tiene cura, quienes padecen esta afección pueden controlar sus síntomas con éxito si se ajustan al tratamiento

Estas pruebas permiten conocer cómo es la actividad cerebral del paciente tanto durante la vigilia como durante el sueño. Durante estos estudios, los pacientes duermen en un ambiente controlado y se les colocan electrodos y sensores para registrar su actividad cerebral, sus patrones de sueño, movimientos musculares, frecuencia cardíaca y respiración.

De este modo será posible distinguir si la crisis sufrida por el paciente es de tipo epiléptico o no, así como diagnosticar el tipo de epilepsia que presenta el paciente, su gravedad y respuesta al tratamiento así como otras afecciones médicas que puedan afectar el sueño, como el síndrome de apnea del sueño o la narcolepsia.