No he logrado conocer la autoría de estas aclaraciones sobre inmigración, que he sacado del chat de Santo Tomás Moro, cuya lectura aconsejo.
Destacar dos ideas que el Gobierno y demás partidarios de la multiculturalidad, por cierto, la mayoría de ellas feministas, ocultan. La primera es que la entrada masiva de musulmanes en España ha disparado el número de agresiones sexuales a españolas. Lógico, el islam no respeta la mujer... pero las feministas española callan: sólo les interesa una violación si el violador es español.
A este respecto, Samuel Vázquez, portavoz de inmigración aporta cifras sobre dicho aumento -lo hizo en el programa 'Mañaneros 360' de TVE (y posteriormente el presentador Javier Ruiz, le ha bloqueado en Twitter).
Después del repaso de hoy, Javier me ha bloqueado.
— Samuel (@guidoprincesa) July 8, 2025
Datos 2024 comparativa con un año antes de la llegada de este gobierno(2017). Fuente: M. Interior.
Homicidios: 1107-1691
Violaciones: 1382-5206
Reyertas con lesiones (predictor establecimiento de bandas): 18.086-29.342.
1- Quitar… pic.twitter.com/RA41o4WEMV
José María Figaredo destroza a una propagandista de TVE que le preguntaba sobre el bulo de que VOX quiere expulsar a 8 millones de personas que difundió Lopais. “Ustedes llevan toda la mañana repetiendo la mentira de El País”. pic.twitter.com/cccb7FPsHC
— Sr.Liberal (@SrLiberal) July 8, 2025
Dos: la Iglesia exige recibier a todos, como hijo de Dios, con las manos abiertas. Lo que no exige es la rendición cultural frente a la evangelización. El lema cristiano es de San Agustín: odiar el pecado y amar al pecador.Tolerar no es aceptar las barbaridades que puede decir otro credo u otra ideología.
Insisto, pasen y lean, merece la pena:
Inmigración masiva, desarraigo y caridad ordenada: una visión católica
La Iglesia enseña que todo ser humano merece respeto y dignidad. Pero también enseña que la caridad sin orden, sin justicia y sin verdad, no es verdadera caridad. Desde una perspectiva católica, la inmigración masiva procedente de culturas profundamente ajenas -y en muchos casos hostiles- al cristianismo, como ocurre con buena parte del mundo islámico, conduce al desarraigo, la desestructuración social y la erosión de la identidad cristiana de las naciones.
1. La inmigración masiva islámica rompe la cohesión de las comunidades
La doctrina social de la Iglesia reconoce que las naciones son comunidades con identidad, cultura, lengua, religión y valores propios. Cuando se permite la entrada masiva de personas que no comparten -ni desean compartir- estos valores, se siembra el germen de la fragmentación y el enfrentamiento.
En muchas ciudades de Europa, la inmigración islámica ha dado lugar a guetos, zonas sin ley, aumento de la delincuencia, imposición de la sharía en barrios enteros y ataques a símbolos cristianos. Esta realidad es el fruto de una política migratoria irresponsable y contraria al bien común.
San Juan Pablo II advirtió del “riesgo de perder el alma de Europa”. Hoy ese riesgo es una evidencia, y nace en gran medida de una inmigración masiva y sin integración real.
2. La falsa caridad destruye a los pueblos
“La caridad bien entendida empieza por uno mismo”.
Este principio, que refleja también la enseñanza del Evangelio (“Ama a tu prójimo como a ti mismo”), significa que quien no ama y defiende a su propio pueblo, difícilmente puede cumplir la voluntad de Dios.
Quien desprecia su patria, su cultura, sus raíces, su fe, en nombre de una supuesta solidaridad universal, no actúa por caridad, sino por nihilismo moral. No es caridad renunciar a la familia para acoger al extraño. No es cristiano demoler los valores que sostienen la comunidad para abrir paso al caos multicultural.
La voluntad de Dios no es la disolución de los pueblos, sino su perfección en el orden, la justicia y la verdad. No hay Reino de Dios sin raíces, sin identidad, sin pertenencias.
3. El cristianismo no impone el suicidio cultural
La Iglesia no ha predicado nunca una moral que conduzca al suicidio cultural de las naciones. Por el contrario, ha defendido siempre la legítima defensa de la fe, de la patria y del orden social cristiano. La caridad debe ser prudente, realista y subordinada al bien común.
El Papa Benedicto XVI lo dejó claro en Ratisbona (2006), cuando advirtió del choque entre el islam y la razón cristiana, y defendió la necesidad de preservar la identidad espiritual de Europa.
4. El deber cristiano de proteger la patria
Amar la patria es un deber natural y cristiano. El patriotismo, como enseñaba el Papa Pío XII, es una forma concreta de caridad. Y como tal, impone la obligación de proteger al pueblo frente a políticas que lo disuelven, lo fragmentan o lo someten a otras culturas.
El desarraigo no es voluntad de Dios. La desestructuración no es obra del Espíritu Santo. Dios creó a los pueblos con identidad y misión, no para ser disueltos en el caos multicultural del globalismo, sino para florecer en la verdad.
Desde una perspectiva católica, se puede y se debe rechazar la inmigración masiva —especialmente aquella que proviene de culturas islamistas radicalizadas— cuando desestructura nuestras comunidades, pone en peligro la identidad cristiana y rompe la armonía social.
No se trata de odio, sino de orden. No es xenofobia, sino caridad verdadera: amor a los propios, a la patria, a la fe, a la paz ya la civilización cristiana. Solo desde ese amor bien ordenado se puede actuar conforme a la voluntad de Dios.
https://www.facebook.com/share/v/16twaUjW1d/











