"Estoy a punto de abandonaros en la presencia eucarística. Esas misas que celebráis sin creer y cambiando los cánones no tendrán validez. Algunas no la tienen ya. Yo no bajo a reinar entre vosotros. Mis sacerdotes ya no emplean mis palabras porque no creen en mí".
Vivimos en la era del sacrilegio permanente. No, no es buena cosa
Recurro otra vez a las revelaciones de Jesús a la madrileña Marga (sí, una profeta que aún vive. De hecho, es más joven que yo). Es cierto que la misericordia de Dios es infinita, pero también lo es su justicia. Y es cierto que el anonadamiento de Cristo en las especies eucarísticas sitúa al Único en nuestras manos miserables sin que por ello deje de realizarse el milagro. Dicho de otra forma, no tengo ni la menor idea de lo que esas palabras significan. Lo que sé es que el Creador de la historia tiene razones para quejarse de los derroteros con los que el hombre actual está pergeñando esa historia. Y ya se sabe que la historia no es otra cosa que la historia de la libertad. Vivimos en la era del sacrilegio permanente. No, no es buena cosa. En cualquier caso, la Iglesia vive de Eucaristía, el mundo también. Como nos la carguemos, nos cargamos a la Iglesia y al mundo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com